
Discípulos/as misioneros/as para que nuestros pueblos en él tengan vida.
La Conversión
Discipulado tiene que ver con:
v Seguir al Maestro
v Aprender del Maestro
v Convertirse al Maestro
Frases para pensar:
"Jamás he enseñado a alguien algo que yo no haya puesto en práctica previamente". (Juan Casiano, monje, 360 - 435)
"¿Quién cambia el corazón de aquellos/as que quieren cambiar el mundo?" (Francisco Whitaker – Brasileño - Inspirador del Foro Social Mundial)
“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. (Mahatma Gandhi )
“He tomado sobre mis espaldas el monopolio de mejorar sólo a una persona, esa persona soy yo mismo y sé, cuán difícil es conseguirlo.” (Mahatma Gandhi)
“El cristiano de mañana será un místico, o sea alguien que ha experimentado algo o no será nada.” (Karl Rahner S.J.)
“En ambientes en que cristianos viven entre sí por varias generaciones, se produce una confusión entre la fe y una cierta mentalidad y unas costumbres que se tienen por cristianas.”
”Los cristianos se apegan a moralismos, a opiniones políticas, adoptan un cierto estilo de vida y costumbres de por sí indiferentes, y consideran todo esto como obligaciones de la vida cristiana, lo confunden con la vida de fe.”
No anunciamos una buena noticia porque el evangelio no tiene nada de nuevo para nosotros. Nos hemos acostumbrado y el evangelio se ha transformado en una novedad vieja. El Dios vivo dejó de ser una felicidad tremenda y conmovedora.
”Dios es algo que suponemos y que ha llegado a ser el telón de fondo de nuestra vida.”
”Cuando hablamos de Dios, hablamos de una idea, en vez de dar testimonio de un amor que nos sostiene y que podemos compartir con otros.”
”Entonces encontré a Dios, o más bien, al orar me di cuenta que Dios me encontró a mí.” Madeleine Delbrêl
I.- Ser discípulos en esta Iglesia concreta que busca su camino en medio de los Pueblos de América Latina y el Caribe.
Ø Desde la Conferencia de Medellín, en 1968, se ha ido perfilando un nuevo rostro de la Iglesia en América Latina. Un rostro anhelado y soñado; en parte ya realizado, en parte aún dolorosamente esperado.
Ø Vivimos en el anhelo de una Iglesia profundamente comunitaria, fraterna, acogedora, en la cual podamos de verdad sentirnos y reconocernos como hermanos/hermanas.
Ø Una Iglesia que haga realidad una fraternidad anclada en la común experiencia bautismal, más importante que todas las legítimas diversidades que de hecho existen entre sus miembros.
Ø Una Iglesia que se configure como una red de comunidades cristianas de base.
Ø Una Iglesia que vive en su seno una pluralidad de ministerios suscitados por un mismo Espíritu, y que reconoce en todos la misma pasión por proclamar la misericordia de Dios a aquellos que aún no la acogen.
Ø Una Iglesia inserta en la realidad de sus propios pueblos, con una atención evangélicamente preferencial por los pobres.
En definitiva, el anhelo de una Iglesia en la cual todo creyente, incluidos los más pobres y los pecadores, pueda sentirse como "en su casa"; una Iglesia acogedora; que ayude a ahondar a la luz de Cristo su vivencia de una auténtica humanización y que entre en una dinámica misionera y testimonial que surge del gozo del encuentro con Jesús como el Mesías esperado.
Ser discípulos/as misioneros/as de Jesucristo hoy tiene que ver de modo fundamental con esta experiencia de ser Iglesia. No es una vivencia individualista, que pueda prescindir de la concreta realidad eclesial de cada lugar.
II.- Tres dimensiones fundamentales del talante del discípulo misionero
Cada una de estas tres dimensiones apunta desde una ángulo diferente a que el discipulado misionero supone:
+ experiencia mística
+ conversión
1.- La condición más básica del discípulo es la de un hombre o de una mujer que habiéndose encontrado personalmente con Jesús ha experimentado una auténtica fascinación por él.
2.- El encuentro con Jesús revierte necesariamente en una conciencia nueva sobre uno mismo.
En la conciencia de la propia fragilidad, del propio pecado; y frente a ellos de la gracia, la bondad y la misericordia de Dios.
No es la conciencia de las propias capacidades la que motiva a hacerse discípulo o discípula de Jesús, "para ayudarlo en su obra". Sino muy por el contrario, es la experiencia de la propia fragilidad la que impulsa a irse tras él, para encontrar sentido y sustento para la propia vida.
3.- Hacerse discípulo de Jesús conlleva entrar en un nuevo modo de pertenecer a la comunidad humana.
Se acaba el viejo y limitado concepto de prójimo. La parábola del “Buen Samaritano”, (Lc 10, 25 - 37) funda el concepto cristiano de prójimo, y aquí la pregunta no es: ¿Quién es mi prójimo? sino ¿De quién me he hecho prójimo? Se abre paso una nueva experiencia de comunidad, de fraternidad de hermanos/as que se reconocen a si mismos como hijos e hijas de un mismo Padre, y que al experimentar el gozo de la salvación se hacen mensajeros de las buenas noticias personalmente vividas.
El encuentro con Jesús impulsa al discípulo a hacerse misionero y testigo de lo que ha visto y oído.
Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que han tocado nuestras manos (...) es lo que anunciamos. (1 Jn 1, 1)
Y hoy, la experiencia del encuentro con Jesús ¿es tan intensa que efectivamente transforme nuestra vida y nos lance a ser testigos de lo que el Señor ha hecho con nosotros?
• La Mujer samaritana (Jn 4)
• Zaqueo (Lc 19, 1 -10)
• El itinerario de conversión de Pedro
Ø Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". Jn 4
Ø Zaqueo, baja pronto; porque quiero alojarme en tu casa. Lc 19
La conversión como exigencia evangélica, no está ligada al grado de instrucción o de cultura, ni a ninguna posición social. No está ligada al poder, ni a la riqueza, ni al saber. Ni a ningún tipo de actividad, compromiso o ideología. No existen "profesionales" ni "clases" de convertidos. Ni aun el hecho de ser religioso u obispo, supone necesariamente el hecho de la conversión, que tiene exigencias autónomas.
No siempre estamos concientes del itinerario de la conversión; de su dinamismo crítico. No hay una sola llamada de Cristo en la vida, hay varias, cada una más exigente que la anterior, y envueltas en las grandes crisis de nuestro crecimiento humano-cristiano. La conversión es un proceso que nos interna en el radicalismo evangélico de nuestro "mundo" para vivir en el éxodo de la fe y del seguimiento del Señor.
Ø Momentos claves en el itinerario de conversión de Pedro
Textos que marcan hitos en el camino de conversión de Pedro:
v Primer encuentro de Pedro con Jesús
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. 41 Al primero que Andrés se encontró fue a su hermano Simón, y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo). Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús; cuando Jesús lo vio, le dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas (que significa: Pedro). (Jn 1, 40 – 42)
v La “pesca milagrosa”
En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que quería oir el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar. Simón le contestó: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes. Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían.Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador! Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10 También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres. Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús. (Lc 5, 1 – 11)
v Pedro piensa como piensan los hombres
Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta. Y ustedes, ¿quién dicen que soy? les preguntó. Simón Pedro le respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Entonces Jesús le dijo: Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo. Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: ¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar! Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: ¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres. (Mt 16, 13 – 23)
v Pedro no puede expulsar un demonio
Maestro, aquí te he traído a mi hijo, pues tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. 18 Dondequiera que se encuentra, el espíritu lo agarra y lo tira al suelo; y echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido. Jesús contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Traigan acá al muchacho. (...) Luego Jesús entró en una casa, y sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu? Y Jesús les contestó: A esta clase de demonios solamente se la puede expulsar por medio de la oración. (Mc 9, 17 – 19.28-29)
v Pedro niega conocer a Jesús
Pedro, entre tanto, estaba sentado afuera, en el patio. En esto, una sirvienta se le acercó y le dijo: Tú también andabas con Jesús, el de Galilea. Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo: No sé de qué estás hablando. Luego se fue a la puerta, donde otra lo vio y dijo a los demás: Ese andaba con Jesús, el de Nazaret. De nuevo Pedro lo negó, jurando: ¡No conozco a ese hombre! Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en tu manera de hablar se te nota. Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo: ¡No conozco a ese hombre! En aquel mismo momento cantó un gallo, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces." Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente. (Mt 26, 69 – 75)
v Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Terminado el desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis corderos. Volvió a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas. Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro, triste porque le había preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó: Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven, te vestías para ir a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá, y te llevará a donde no quieras ir. Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro iba a morir y a glorificar con su muerte a Dios. Después le dijo: ¡Sígueme! (Jn 21, 15 – 19)
v Meditar en estos textos –darse cuenta como Pedro va entrando cada vez más al discipulado/seguimiento del Maestro.
v Describir mis propias etapas de conversión, hacerlo con más detalle con el primer encuentro con el Maestro.
Discipulado tiene que ver con:
v Seguir al Maestro
v Aprender del Maestro
v Convertirse al Maestro
Frases para pensar:
"Jamás he enseñado a alguien algo que yo no haya puesto en práctica previamente". (Juan Casiano, monje, 360 - 435)
"¿Quién cambia el corazón de aquellos/as que quieren cambiar el mundo?" (Francisco Whitaker – Brasileño - Inspirador del Foro Social Mundial)
“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. (Mahatma Gandhi )
“He tomado sobre mis espaldas el monopolio de mejorar sólo a una persona, esa persona soy yo mismo y sé, cuán difícil es conseguirlo.” (Mahatma Gandhi)
“El cristiano de mañana será un místico, o sea alguien que ha experimentado algo o no será nada.” (Karl Rahner S.J.)
“En ambientes en que cristianos viven entre sí por varias generaciones, se produce una confusión entre la fe y una cierta mentalidad y unas costumbres que se tienen por cristianas.”
”Los cristianos se apegan a moralismos, a opiniones políticas, adoptan un cierto estilo de vida y costumbres de por sí indiferentes, y consideran todo esto como obligaciones de la vida cristiana, lo confunden con la vida de fe.”
No anunciamos una buena noticia porque el evangelio no tiene nada de nuevo para nosotros. Nos hemos acostumbrado y el evangelio se ha transformado en una novedad vieja. El Dios vivo dejó de ser una felicidad tremenda y conmovedora.
”Dios es algo que suponemos y que ha llegado a ser el telón de fondo de nuestra vida.”
”Cuando hablamos de Dios, hablamos de una idea, en vez de dar testimonio de un amor que nos sostiene y que podemos compartir con otros.”
”Entonces encontré a Dios, o más bien, al orar me di cuenta que Dios me encontró a mí.” Madeleine Delbrêl
I.- Ser discípulos en esta Iglesia concreta que busca su camino en medio de los Pueblos de América Latina y el Caribe.
Ø Desde la Conferencia de Medellín, en 1968, se ha ido perfilando un nuevo rostro de la Iglesia en América Latina. Un rostro anhelado y soñado; en parte ya realizado, en parte aún dolorosamente esperado.
Ø Vivimos en el anhelo de una Iglesia profundamente comunitaria, fraterna, acogedora, en la cual podamos de verdad sentirnos y reconocernos como hermanos/hermanas.
Ø Una Iglesia que haga realidad una fraternidad anclada en la común experiencia bautismal, más importante que todas las legítimas diversidades que de hecho existen entre sus miembros.
Ø Una Iglesia que se configure como una red de comunidades cristianas de base.
Ø Una Iglesia que vive en su seno una pluralidad de ministerios suscitados por un mismo Espíritu, y que reconoce en todos la misma pasión por proclamar la misericordia de Dios a aquellos que aún no la acogen.
Ø Una Iglesia inserta en la realidad de sus propios pueblos, con una atención evangélicamente preferencial por los pobres.
En definitiva, el anhelo de una Iglesia en la cual todo creyente, incluidos los más pobres y los pecadores, pueda sentirse como "en su casa"; una Iglesia acogedora; que ayude a ahondar a la luz de Cristo su vivencia de una auténtica humanización y que entre en una dinámica misionera y testimonial que surge del gozo del encuentro con Jesús como el Mesías esperado.
Ser discípulos/as misioneros/as de Jesucristo hoy tiene que ver de modo fundamental con esta experiencia de ser Iglesia. No es una vivencia individualista, que pueda prescindir de la concreta realidad eclesial de cada lugar.
II.- Tres dimensiones fundamentales del talante del discípulo misionero
Cada una de estas tres dimensiones apunta desde una ángulo diferente a que el discipulado misionero supone:
+ experiencia mística
+ conversión
1.- La condición más básica del discípulo es la de un hombre o de una mujer que habiéndose encontrado personalmente con Jesús ha experimentado una auténtica fascinación por él.
2.- El encuentro con Jesús revierte necesariamente en una conciencia nueva sobre uno mismo.
En la conciencia de la propia fragilidad, del propio pecado; y frente a ellos de la gracia, la bondad y la misericordia de Dios.
No es la conciencia de las propias capacidades la que motiva a hacerse discípulo o discípula de Jesús, "para ayudarlo en su obra". Sino muy por el contrario, es la experiencia de la propia fragilidad la que impulsa a irse tras él, para encontrar sentido y sustento para la propia vida.
3.- Hacerse discípulo de Jesús conlleva entrar en un nuevo modo de pertenecer a la comunidad humana.
Se acaba el viejo y limitado concepto de prójimo. La parábola del “Buen Samaritano”, (Lc 10, 25 - 37) funda el concepto cristiano de prójimo, y aquí la pregunta no es: ¿Quién es mi prójimo? sino ¿De quién me he hecho prójimo? Se abre paso una nueva experiencia de comunidad, de fraternidad de hermanos/as que se reconocen a si mismos como hijos e hijas de un mismo Padre, y que al experimentar el gozo de la salvación se hacen mensajeros de las buenas noticias personalmente vividas.
El encuentro con Jesús impulsa al discípulo a hacerse misionero y testigo de lo que ha visto y oído.
Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que han tocado nuestras manos (...) es lo que anunciamos. (1 Jn 1, 1)
Y hoy, la experiencia del encuentro con Jesús ¿es tan intensa que efectivamente transforme nuestra vida y nos lance a ser testigos de lo que el Señor ha hecho con nosotros?
• La Mujer samaritana (Jn 4)
• Zaqueo (Lc 19, 1 -10)
• El itinerario de conversión de Pedro
Ø Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". Jn 4
Ø Zaqueo, baja pronto; porque quiero alojarme en tu casa. Lc 19
La conversión como exigencia evangélica, no está ligada al grado de instrucción o de cultura, ni a ninguna posición social. No está ligada al poder, ni a la riqueza, ni al saber. Ni a ningún tipo de actividad, compromiso o ideología. No existen "profesionales" ni "clases" de convertidos. Ni aun el hecho de ser religioso u obispo, supone necesariamente el hecho de la conversión, que tiene exigencias autónomas.
No siempre estamos concientes del itinerario de la conversión; de su dinamismo crítico. No hay una sola llamada de Cristo en la vida, hay varias, cada una más exigente que la anterior, y envueltas en las grandes crisis de nuestro crecimiento humano-cristiano. La conversión es un proceso que nos interna en el radicalismo evangélico de nuestro "mundo" para vivir en el éxodo de la fe y del seguimiento del Señor.
Ø Momentos claves en el itinerario de conversión de Pedro
Textos que marcan hitos en el camino de conversión de Pedro:
v Primer encuentro de Pedro con Jesús
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. 41 Al primero que Andrés se encontró fue a su hermano Simón, y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo). Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús; cuando Jesús lo vio, le dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas (que significa: Pedro). (Jn 1, 40 – 42)
v La “pesca milagrosa”
En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que quería oir el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar. Simón le contestó: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes. Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían.Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador! Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10 También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres. Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús. (Lc 5, 1 – 11)
v Pedro piensa como piensan los hombres
Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta. Y ustedes, ¿quién dicen que soy? les preguntó. Simón Pedro le respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Entonces Jesús le dijo: Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo. Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: ¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar! Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: ¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres. (Mt 16, 13 – 23)
v Pedro no puede expulsar un demonio
Maestro, aquí te he traído a mi hijo, pues tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. 18 Dondequiera que se encuentra, el espíritu lo agarra y lo tira al suelo; y echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido. Jesús contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Traigan acá al muchacho. (...) Luego Jesús entró en una casa, y sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu? Y Jesús les contestó: A esta clase de demonios solamente se la puede expulsar por medio de la oración. (Mc 9, 17 – 19.28-29)
v Pedro niega conocer a Jesús
Pedro, entre tanto, estaba sentado afuera, en el patio. En esto, una sirvienta se le acercó y le dijo: Tú también andabas con Jesús, el de Galilea. Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo: No sé de qué estás hablando. Luego se fue a la puerta, donde otra lo vio y dijo a los demás: Ese andaba con Jesús, el de Nazaret. De nuevo Pedro lo negó, jurando: ¡No conozco a ese hombre! Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en tu manera de hablar se te nota. Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo: ¡No conozco a ese hombre! En aquel mismo momento cantó un gallo, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces." Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente. (Mt 26, 69 – 75)
v Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.
Terminado el desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis corderos. Volvió a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas. Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro, triste porque le había preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó: Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven, te vestías para ir a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá, y te llevará a donde no quieras ir. Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro iba a morir y a glorificar con su muerte a Dios. Después le dijo: ¡Sígueme! (Jn 21, 15 – 19)
v Meditar en estos textos –darse cuenta como Pedro va entrando cada vez más al discipulado/seguimiento del Maestro.
v Describir mis propias etapas de conversión, hacerlo con más detalle con el primer encuentro con el Maestro.
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