viernes, 17 de octubre de 2008

Discernimiento de los Espíritus - Criterios de discernimiento


Discernimiento de los Espíritus - Criterios de discernimiento

4. Criterios para el discernimiento

En la tradición cristiano encontramos muchas fuentes que nos entregan criterios para el discernimiento.

4.1. La Didajé - Orto-doxia y Orto-práxis, Motivación

La Didajé o también “La enseñanza de los 12 apóstoles” o “Enseñanza de nuestro Señor Jesucristo trasmitida por los 12 Apóstoles a los paganos”.
La Didajé es algo como un conjunto de orientaciones para la vida de las comunidades cristianas en tiempos en que el cristianismo ya estaba establecido y en camino de estructurarse y organizarse. El texto recoge diferentes tradiciones y un autor desconocido las integra en su texto agregando su propia experiencia de vida comunitaria. El texto permite reconocer de qué comunidades se trata y cual es su entorno socio-cultural. La comunidad cristiana se entiende como comunión solidaria que acoge al que quiera integrarse, pero también ha aprendido a cuidarse porque, al parecer, había personas mal intencionadas, “cristianos que se aprovechaban de Cristo.”
Lugar de origen parece ser Siria a comienzos del siglo II. La iglesia en este entonces ya conocía diferentes ministerios que se ejercían al mismo tiempo al interior de las comunidades cristianas. Había apóstoles y profetas itinerantes, maestros, obispos y diáconos. En esta época se integraban los ascetas itinerantes a las comunidades locales que a su vez iban adquiriendo formas más estables. Did 11, 4 - 6 trata de “apóstoles” y Did 11, 7 - 12 trata de profetas itinerantes. Ambos tenían en común su forma de vida itinerante y la enseñanza. Las exigencias eran mayores para los “apóstoles itinerantes”, eran giróvagos, sin residencia fija y sin propiedad. La Didajé ordena que deben quedarse sólo por 2 días en una comunidad y que pueden llevar provisiones de viaje sólo para un día cuando parten de una comunidad a otra, y nunca deben aceptar dinero. Su ministerio parece haber sido la predicación escatológica y precisamente su testimonio de vida ascética subrayaba y avalaba su predicación.
Las indicaciones de la Didajé respecto de este ministerio que se parecen a Mt 10; 10 y Lc 10, 4ª son aquí indicaciones para las comunidades y no (como en los evangelios) instrucciones para los apóstoles y discípulos. ¿Cómo saber si un “apóstol itinerante” que llega a una comunidad es un verdadero discípulo de Jesús, como averiguar la autenticidad de su ministerio? También en el caso de los “profetas itinerantes” la Didajé ofrece criterios para verificar la autenticidad de su enseñanza. (Did. 11, 7 - 12) ¿Cómo saber que es verdadero lo que dicen los que presumen hablar inspirados por el Espíritu Santo? Los que hablan inspirados por el Espíritu Santo no pueden ser puestos a prueba por temor del “pecado contra el Espíritu Santo” (conf. Mc 3, 28 s y Mt 12, 31)
También aquí es la autenticidad de su conducta, de su manera de vivir el criterio para discernir la verdad de su doctrina. La forma de vida y la conducta son medidas y comparadas con las de Jesús y así se obtiene parámetros para comparar y saber si un “profeta itinerante” es auténtico discípulo y su doctrina y enseñanza son rectas y verdaderas. La orto-práxis es la prueba de su orto-doxia. Did 11, 10 subraya que incluso si la doctrina de un “profeta itinerante” es verdadera pero su conducta deja lugar a dudas, esto le quita credibilidad a su predicación.
La Did formula criterios may claros para discernir los intereses (las intenciones) que pueden tener personas. El cuestionario ofrecido por la Did se parece en mucho a preguntas formuladas por Clodovis Boff en “Teología y Práxis”: ¿Qué me mueve para hacer teología? ¿Al servicio de qué o de quién se hace teología? ¿Por qué causa lucha la teología? Se trata de saber de la “finalidad” de la teología, “la intención” del teólogo.

La Didajé pregunta claramente por las motivaciones e intereses de los/las que actúan en la iglesia o en la comunidad cristiana. Respecto al contenido debe ser el fomento de la “justicia y del conocimiento del Señor” (Did 11, 2) y respecto al entorno social pregunta por la conducta, la forma de vida.
De esta manera la Did afirma implícitamente que las intenciones y los intereses tienen su repercusión en el contenido. Esto significa que una mala intención, o intereses impropios (por ejemplo de ganancias o ventajas personales o para terceros) distorcionan el contenido de la predicación. Esto llega hasta tal punto que las intenciones y los intereses de los/as ministros/as llegan a ser el único criterio para discernir respecto de la verdad de su predicación. (Didajé: Si pide dinero, si se queda por más tiempo de lo necesario, etc. su predicación pierde credibilidad.)

En la iglesia esto se ha olvidado con frecuencia. Cada vez más la autenticidad, la credibilidad del ministro o predicador y la verdad de su mensaje se comprobaba por la coincidencia con la doctrina oficial de la iglesia. Lo que interesa es la ortodoxia sin darle mucha importancia a la ortopraxis. La cuestión de las motivaciones, intenciones e intereses de los ministros, y su entorno socio-económico- político se deja de lado.

Recién en el contexto de la teología de la liberación la cuestión del lugar y la motivación de la teología y el testimonio de vida de los teólogos / las teólogas vuelve a aparecer.
La Didajé muestra la relación que hay entre contenido y conducta concreta de un ministro, entre teoría y práxis. En la Didajé la ordodoxia se verifica en la ortopráxis. Pero es más, la Didajé descubre también intereses y motivaciones falsas que son justificadas con el Espíritu (Did 11, 9.12). Esto es un punto débil en la historia de la iglesia y de la vida religiosa. Cuántas veces superiores/as han escondido o justificado sus propios intereses, motivaciones de poder o políticas, de prestigio, etc. invocando el “nombre de Dios”, la “inspiración divina” o la “voluntad de Dios”. Cuántas personas han sufrido a consecuencia de esto.

Para la Didajé la simple invocación del Espíritu o del Nombre de Dios no es razón suficiente para suponer la autenticidad o veracidad y esto vale incluso cuando la verdad de un mensaje sea probada. Decisivo es la conducta, el testimonio de vida del apóstol o del profeta. Decisiva es la ortopráxis.
Por otro lado subraya la Didajé que el sujeto del discernimiento es la iglesia / la comunidad. K. Wengst resume la comprensión de la comunidad cristiana de la Didajé así: “la instancia máxima de la comunidad es la comunidad misma”. La comunidad cristiana es la instancia - capacitada por el bautismo - para discernir y juzgar a los profetas y apóstoles itinerantes. El Concilio Vaticano II ha vuelto a destacar las competencias del Pueblo de Dios que le son propios por el bautismo y la confirmación. En LG 12 dice: ”El Pueblo santo de Dios ... no puede equivocarse cuando cree.”
Hay que entender la infalibilidad del Pueblo santo no sólo como pasiva sino también como activa, conservar la fe, dar testimonio vivo, compenetrar y entender cada vez más profundamente la fe en Jesús y su Evangelio, vivir la vida cotidiana desde la fe. Esto significa que la fe no sólo se expresa en doctrina y dogma, sino también en otras formas verbales y no-verbales.
Desde la perspectiva de la Didajé se podría anotar: La comunidad eclesial tiene competencia en asuntos de discernimiento de los espíritus, ha desarrollado una “mirada diagnóstica” que sabe detectar la enfermedad, porque la comunidad tiene experiencia con la fe vivida, con la puesta en práctica de la fe en la vida cotidiana, con su potencial de dar sentido y orientación a la vida más que con las formas dogmáticas y doctrinales de la fe.

4.2. Benito de Nursia (480 - 550) “Discretio” o la justa medida

“17 Sea próvido y considerado en todas sus disposiciones, y ya se trate de cosas de Dios o de cosas del siglo, discierna y modere el trabajo que encomienda, 18 recordando la discreción del santo Jacob que decía: "Si fatigo mis rebaños haciéndolos andar demasiado, morirán todos en un día". 19 Tomando, pues, este y otros testimonios de discreción, que es madre de virtudes, modere todo de modo que los fuertes deseen más y los débiles no rehúyan.” RB 64

La búsqueda de la “justa medida”, de la “moderación”, de la “discretio” atraviesa la Regla entera. “Discretio” significa al mismo tiempo: discernimiento = “discretio spirituum” y moderación, la justa medida.
Para la RB (Regla de San Benito) la discretio es la madre de las virtudes.

Del abad dice la RB: “Y sepa qué difícil y ardua es la tarea que toma: regir almas y servir los temperamentos de muchos, pues con unos debe emplear halagos, reprensiones con otros, y con otros consejos. 32 Deberá conformarse y adaptarse a todos según su condición e inteligencia, de modo que no sólo no padezca detrimento la grey que le ha sido confiada, sino que él pueda alegrarse con el crecimiento del buen rebaño.” RB 2, 31 s

Ayuno, comer, beber, abstenerse, vestirse, etc. en todo habrá que ver el momento, el lugar, las circunstancias. Palabras frecuentes de la regla son: tener en cuenta, reflexionar, salvo que, al no ser que, mientras, en caso de, moderado, sabio, justo, etc. Todas palabras que indican el discernimiento discreto y moderado.

“20 Sin embargo, tenga siempre presente el abad aquella sentencia de los Hechos de los Apóstoles: "Se daba a cada uno lo que necesitaba". 21 Así, pues, atienda el abad a las flaquezas de los necesitados y no a la mala voluntad de los envidiosos. 22 Y en todas sus decisiones piense en la retribución de Dios.” RB 55, 20 s

La regla prevee excepciones y las respeta. El alma y fundamento del discernimiento en la comunidad benedictina es el abad. Leyendo la RB da la impresión que es una regla para el abad. San Benito carga toda la responsabilidad del bienestar y progreso corporal y espiritual de la comunidad sobre los hombros del abad (cap 64) De allí que la RB exige que el abad tenga las condiciones intelectuales y morales que se requieren para el discernimiento de los espíritus. El discernimiento es el arte de la dirección y del trato adecuado de personas. San Benito entiende por “dirección de personas” no un acto violento sino hacer que una cosa sea suave, darle la forma adecuada, dirigir significa ordenarlo todo según la medida correcta, hacer que todo suceda en el tiempo correcto y en el instante debido. El uso ciego del poder sólo lleva a la destrucción y división.

En la RB el discernimiento es entonces, encontrar la discreción, esto es: la justa medida, en el tiempo preciso de acuerdo a las circunstancias de cada persona concreta.


4.3. Catalina de Sienna (1347 - 1380) - Dios y no los sentimientos

(Texto: Dialogo de la Providencia divina, cap 134 - 136)

Una y otra vez en la historia del cristianismo autores espirituales han llamado la atención sobre el hecho de que personas confunden causa y efecto, que en último término no buscan a Dios sino sentimientos religiosos, sensaciones, éxtasis, fenómenos extraordinarios, etc. En la mística cristiana existe una profunda desconfianza frente a todos estos fenómenos y la mística auténtica se destaca por no tomar muy en serio estos fenómenos, no los considera esenciales, no los busca a lo sumo los tolera o sufre por ellos.

Catalina pregunta por un signo de la presencia de Dios y en su obra “Dialogo de la Providencia divina”, Dios, que es su interlocutor, le contesta que una moción, una inspiración viene de El si en el alma permanece la alegría y surge el deseo de humildad. Aunque el demonio también puede suscitar sensaciones de alegría y de consolación, pero son seguidas por tristeza y remordimiento de conciencia.
“Es el signo de la alegría que después de la visitación permanece en el alma y el deseo de las virtudes que ungido en la fuerza de auténtica humildad arde en el fuego del amor divino”.
Catalina advierte que la alegría que produce la “visitación”, la experiencia de la cercanía de Dios en la vida puede ser la causa de que esta persona busque “experiencias” que le produzcan esta alegría, y eso por si misma y no por haberse encontrado con Dios. No se trata del consuelo de Dios, se trata del Dios del consuelo.
En el contexto de la nueva religiosidad en este comienzo de siglo vale la pena destacar este criterio de discernimiento de los espíritus que nos entrega sta. Catalina. Ella nos invita a buscar a Dios y no los sentimientos “piadosos” Queremos destacar aquí que en la fe cristiana lo esencial es el testimonio de vida (la práxis) y no las vivencias. La experiencia mística no se “hace”, ni se induce, ni siquiera debe desearse. Por necesaria que sea, la mística siempre es don, gratuita, así lo atestiguan los místico auténticos. A Dios no se puede manipular ni reducir a un objeto manejable. Por eso “experiencia de Dios” es una palabra ambigua. Quien trata de verdad y se las tiene que ver con el Dios de Jesucristo no sabe si alegrarse o más bien temer y huir. La peculiaridad del encuentro auténtico con Dios se muestra entre otras cosas en su carácter inquietante y exigente que llama al compromiso y a asumir responsabilidad. Es cosa de mirar a Jesús para saber adonde lleva el encuentro con su Dios y nuestro Dios. La mística del amor de Dios, del amor al prójimo y del amor al enemigo nos lleva con frecuencia y de manera exigente al centro de la historia de dolor de este mundo que exige al agraciado con una experiencia mística conversión frente a la cruz y las cruces, transformación y cambio de las situaciones que producen dolor y muerte a seres humanos. No es entonces teoría sin consecuencias prácticas, no es el disfrute de meditaciones que apuntan a vivir sensaciones religiosas, sino es en la práxis transformadora y liberadora, en la ascesis y en la conversión donde se prueba la auténticidad del encuentro con Dios, de la inspiración divina.
Sta. Catalina de Sienna: Se trata de Dios y no de los sentimientos.
4.4. San Francisco de Sales (1567 - 1622)

Bondad - no indignación

“Es un signo distintivo del Espíritu de Dios ser bondadoso y compasivo con el prójimo, (...). Un espíritu engañado por el demonio se caracteriza por su juicio severo y castigador, sin piedad y sin la menor bondad”. (Francisco de Sales, A los confesores)
En los escritos de Francisco de Sales aparece con nueva fuerza el criterio de la bondad y la misericordia en el trato con el prójimo y sobre todo con el pecador. El juicio severo, la “piadosa indignación”, el juicio condenatorio, la espada ardiente no son características de la fe cristiana. Francisco de Sales anota también que la autenticidad se prueba en una cierta inseguridad y una sana desconfianza frente a si mismo.
Justamente estos criterios de discernimiento (bondad, misericordia, sana desconfianza y una cierta inseguridad) sirven para detectar ciertos movimientos y grupos fundamentalistas en la iglesia y fuera de ella. Un lenguaje militante y agresivo, actitud condenatoria frente a opiniones y actitudes diferentes y disidentes, hacer de aspectos periféricos de la vida cristiana asuntos centrales (como el latín en la misa, la comunión en la mano, mujeres acólitas, etc). Lo mismo vale cuando fenómenos como estigmatizaciones, visiones, apariciones, sanaciones y profecías ocupan un lugar central.
Otro criterio para la autenticidad de vivencias espirituales es la sencillez en su comunicación y un cierto pudor por dar a conocer la vida interior.

Francisco de Sales subraya, entonces como criterios de discernimiento:

v bondad y misericordia
v no demasiada seguridad (en si mismo) y cierta desconfianza (de si mismo)
v pudor y sencillez


4.5. Criterios para una Espiritualidad saludable - Anselm Grün y Meinrad Dufner

Anselm Grün y Meinrad Dufner, ambos monjes benedictinos, exponen en su libro: “La salud, una tarea espiritual”, algunos criterios para discernir lo que ellos llaman “espiritualidad saludable”. Una espiritualidad o una piedad no se puede valorar por las palabras, el discurso, que usa, sino más bien habrá que fijarse en “los efectos sobre la psiquis del individuo, los efectos sobre la convivencia y sobre el trabajo y el compromiso y la inserción en el mundo”.
Grün y Dufner se refieren expresamente a la tradición monástica a la que ambos pertenecen cuando enumeran criterios de discernimiento para una “espiritualidad saludable”.

4.5.1. Una espiritualidad es saludable cuando es mistagógica y no moralizante, o sea debe introducir y aproximar a las personas al misterio de Dios y al misterio del ser humano. En el monacato nunca se describe como meta del camino espiritual la perfección moral. Más bien encontramos términos como “pureza del corazón”, “apatheia”, “paz del corazón”, etc. Los vicios se entienden como actitudes sicológicas equivocadas que impiden un pleno desarrollo y maduración que son condiciones para un encuentro libre y pleno con Dios y las personas humanas.
Una espiritualidad moralizante se fija más bien en evitar faltas y pecados. Su punto de partida es un ideal de perfección moral y como nadie puede alcanzar plenamente este ideal, produce permanentemente “mala conciencia” y el siguiente desanimo.
4.5.2. Una espiritualidad es saludable cuando es liberadora y no exige más de lo que cada persona puede dar. Una espiritualidad o piedad que tiene su raíz en el espíritu de Jesús lleva a la persona humana a descubrir y vivir la “libertad de los hijos de Dios”. No se sabe si una espiritualidad malsana produce neuróticos o si los neuróticos se buscan y se crean una espiritualidad malsana, que les sirve para confirmar su neurosis y donde la pueden vivir bajo la apariencia de piedad. Lo que importa es cómo se reconoce una espiritualidad neurótica.
El neurótico confunde el ideal de perfección con la falta de defectos. En vez de amar un ideal que está por encima del “yo” y fuera de él, que lleva a la integración de la personalidad, que muestra al hombre sus límites y defectos y al mismo tiempo lo estimula y anima, el neurótico ama el “yo” idealizado y se imagina o cree amar el ideal. De esta manera no encuentra ni paz ni equilibrio interior. Su religión es de miedos, no alcanza el amor que puede alejar los temores, y por eso el neurótico se vuelve duro e inflexible frente a los demás a quienes quiere obligar a vivir el ideal que él mismo no alcanza a realizar y vivir.

4.5.3. Una espiritualidad es saludable cuando es la que une y no divide. Jesús no clasificaba a las personas poniéndoles rótulos. Al contrario él rompía clasificaciones y divisiones y así podía descubrir lo bueno aún en publicanos y pecadores. Una espiritualidad sana y saludable capacita para establecer relaciones maduras y equilibradas, abre para una auténtica amistad que permite ver y comprender la cercanía de Dios que se nos ha manifestado en Cristo Jesús.

4.5.4. Una espiritualidad es saludable cuando es abierta al mundo y no retraida o ensimismada. Si el camino cristiano, el camino espiritual, tiene como meta la intensificación de la relación con Dios, la unión misma con Dios, esta no puede quedar sin efectos tangibles y notorios. En Mt 7, 16 - 18 Jesús mismo habla de los frutos que indican la calidad del árbol. La tradición cristiana siempre ha enseñado que la vida espiritual tiene una “utilidad”. Teresa de Ávila lo expresa así: “Torno a decir, que para esto es menester no poner vuestro fundamento sólo en rezar y contemplar; porque si no procuréis virtudes y hay ejercicio de ellas, siempre os quedaréis enanas, ...”. “Para esto es la oración, hijas mías, de esto sirve este matrimonio espiritual: de que nazcan siempre obras, obras.” (M VII, 4)
En Mt 25, 31 - 46 el juez enumera exclusivamente obras de caridad, acciones de compromiso social y con ninguna palabra la liturgia, la oración, meditación, etc. Vida espiritual es un movimiento que desemboca en el “éxtasis de la acción”, que transforma el mundo y lo sana.

4.5.5. Una espiritualidad es saludable cuando busca a Dios y no los sentimientos. Alguien ha formulado la cuestión así: Busco el consuelo de Dios o busco el Dios del consuelo. Este planteamiento apunta por un lado a la diferencia entre la búsqueda de Dios y la búsqueda de sentimientos religiosos; por otro lado muestra que no es fácil diferenciar entre una y otra cosa. Si busco el consuelo de Dios me las tengo que ver con el Dios del consuelo. Sin embargo con frecuencia se muestra recién en momentos de crisis o de “noche” o de sequía espiritual, si efectivamente buscaba a Dios o los sentimientos. Es por eso que los maestros / las maestras de la vida espiritual con frecuencia ven en la crisis (la noche oscura) un paso necesario en el crecimiento espiritual porque a veces es recién en la crisis cuando aparecen las motivaciones escondidas. La crisis es, por lo tanto, no un accidente en el camino espiritual, sino un indicio de crecimiento y una invitación a das un paso más.
4.5.6. Una espiritualidad es saludable cuando es integral y no unilateral. No conviene fijarse solamente en uno de los aspectos de nuestra persona (como la voluntad, la razón, los sentimientos ...). Hay que buscar la integración de todas las potencias/fuerzas del alma. Vida espiritual es el proceso de integración y de sanación de lo que a veces (también en la tradición cristiana) se ha separado. Liturgia y vida; oración y trabajo; mística y política; etc. Una espiritualidad cristiana integral, siguiendo la tradición bíblica de una vida integrada, tiene la fuerza de asumir y soportar los quiebres y las contradicciones y límites del mundo secularizado.

4.5.7. Una espiritualidad es saludable cuando es humilde y no orgullosa. Una espiritualidad auténtica nos lleva a conocer y asumir la propia realidad, esto es lleva a la humildad. La humildad produce apertura, serenidad, paz y misericordia.

Resumiendo:

Gal 5, 22 enumera os frutos del Espíritu auténtico de Dios: “... el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí; (...)”. Donde podemos reconocer estos frutos estamos seguros de que se trata del Espíritu de Dios. Pero si encontramos estrechez de mente y de corazón, angustia, dureza y condenación, sabemos que no es el Espíritu Santo que actúa allí, sino otro espíritu o demonio. En una espiritualidad saludable el trato es bondadoso y cercano, y el encuentro con Dios nos sana y nos integra, produce serenidad, alegría y vitalidad.
Una espiritualidad que se fundamenta en el Espíritu de Jesús sana cuerpo y alma, sin desconocer con toda humildad que la enfermedad es parte de los límites que tenemos los seres humanos. También la enfermedad puede ser un momento de auténtico encuentro con Dios. Si en la enfermedad escuchamos a Dios y nos entregamos a El, la enfermedad puede ser fuente de bendiciones para nosotros mismos y para los demás.

Discernimiento de los espíritus es la manera de enfrentar situaciones que requieren de decisión y de opción, que requieren de la distinción de lo auténtico y verdadero de lo falso y equivocado.
Distinción de los espíritus entrega - como hemos visto - criterios para una espiritualidad saludable que fomenta el crecimiento y desarrollo personal.

¿En qué momentos y situaciones es necesario, hoy día, el discernimiento de los espíritus?

Las situaciones que hemos visto en los distintos momentos de la historia del camino cristiano también se dan hoy día, los criterios descubiertos a lo largo de la tradición cristiana están vigente hoy día también.

Las situaciones que requieren de decisión u opción aumentan en la medida que nuestra vida se hace cada vez más compleja, en la medida que aumentan las informaciones y los caminos posibles que se nos ofrecen y que deben ser puestos a prueba antes de decidir u optar.

El poder distinguir lo auténtico de lo falso, lo verdadero de lo equivocado es necesario porque apariciones, revelaciones privadas y fenómenos extraordinarios no han disminuido.

El discernimiento de los espíritus es necesario en la iglesia frente a los nuevos movimientos religiosos (carismáticos, conservadores, fundamentalistas, etc).

Descubrir la acción y presencia del Espíritu de Dios fuera de la iglesia se vuelve cada vez más importante frente al fenómeno de la nueva religiosidad. No parece aconsejable rechazarla de ante mano como falsa o esotérica. Es necesario un juicio diferenciado, que tome en cuenta entre otras cosas el anhelo de trascendencia que se manifiesta en la nueva religiosidad.
Algo similar vale para el diálogo entre las religiones. Hay muchos signos (de los tiempos) que nos invitan a buscar y descubrir la acción del Espíritu de Dios y de allí se deduce la necesidad de discernir los espíritus. De esta manera será posible un diálogo fructífero entre las religiones en respeto mutuo y valoración de cada interlocutor.

¿Qué es el discernimiento de los espíritus?


Discernimiento de los Espíritus - ¿Qué es el discernimiento?


1. Introducción

1.1. Aproximación bíblica

Salmo 1

El salmo distingue: el camino del justo y el camino del pecador.

1.- Discernimiento no se refiere a verdades abstractas sino que apunta a la práxis - al camino concreto de una persona.
2.- En el discernimiento se trata finalmente siempre si un camino lleva a Dios.
3.- Hay signos exteriores que indican si alguien va por el camino de Dios o no. (...Es como un árbol plantado junto a corrientes de agua, que da a su tiempo el fruto.)

Mt 4, 1-11

1.- Discernimiento de los espíritus es posible sólo en el Espíritu Santo.
2.- Los así llamados “espíritus” se manifiestan en forma de sentimientos y pensamientos. Jesús sentía hambre y de allí resulta una determinada reflexión: si tú eres el hijo de Dios ...
3.- En Mt 4, 1-11 el demonio usa citas bíblicas. Esto quiere decir que una apariencia piadosa/religiosa no es garantía de nada, puede haber intensiones falsas. “Tentación bajo la apariencia del bien”.

1 Cor 12, 10

Es el primer texto bíblico que habla directamente del “discernimiento de los espíritus”. Para Pablo es un don de Dios y lo enumera en este texto entre otros dones del Espíritu Santo a la comunidad cristiana.

1 Jn 4,1-2

1.- No es fácil reconocer si un “espíritu” lleva por el camino de Dios o no. Por eso la vida cristiana exige la atención y la vigilancia. Es necesario “examinar” los espíritus para no seguir indicaciones equivocadas.
2.- La apariencia carismática no es prueba de autenticidad. Fue precisamente esta apariencia la que causó confusión en la comunidad a la que va dirigida la 1ª carta de Juan.
3.- Jesús de Nazareth, el Cristo hecho carne mortal es la última medida en el discernimiento de los espíritus. En la persona de Cristo Jesús podemos medir y reconocer qué camino nos lleva a Dios y cuál no.

2.- Aproximación al concepto

2.1. Discernimiento no es una doctrina del ámbito de la esotérica o del espiritismo. El discernimiento no se ocupa de fenómenos ocultos o espiritistas.
2.2. Discernimiento no es un método o una técnica que se pueda aprender. Hay reglas y hay criterios, pero el núcleo no es el método sino la relación y la unión personal con Dios. La familiaridad con Jesús abre el sentido para darse cuenta que corresponde más al Espíritu de Jesús y qué menos.
2.3. Discernimiento no es la virtud clásica de la prudencia. Prudencia es la razón práctica que busca una orientación concreta para el actuar humano. Pero prudencia es una virtud intelectual y moral. Prudencia y discernimiento tienen en común que ambos buscan respuesta a la pregunta qué camino se debe escoger. La prudencia se basa en las razones, el discernimiento toma en cuenta también los sentimientos, el lenguaje del corazón y también el cuerpo.
2.4. El discernimiento tampoco es una forma sutil de una revelación privada. Porque además de la atención por las mociones interiores, la voluntad de Dios se manifiesta en las circunstancias concretas de la vida, en la revelación cristiana y en la enseñanza de la iglesia.

2.5. Discernimiento de los espíritus es un proceso en el que una persona desde su familiaridad con Jesús examina sus motivaciones y movimientos interiores y exteriores y se pregunta: qué me lleva a avanzar más en el camino hacia Dios y qué me aleja de él. Para así poder tomar una decisión acerca del camino al que Dios la llama.

2.5.1. El discernimiento es un proceso que a veces puede durar años. Es un proceso de esclarecimiento porque la evidencia que se busca no sólo es racional o lógica sino que toma en cuenta integralmente a la persona.
2.5.2. No se puede exagerar en subrayar la importancia del aspecto de la familiaridad con Jesús. Sólo la persona que ha logrado entender y comprender la dinámica vital, las líneas fuerza de la vida de Jesús, será capaz de discernir lo que aquí y ahora corresponde a Cristo y lo que no, “está en su línea”.
2.5.3. Las motivaciones y movimientos interiores y exteriores son los “espíritus”. San Ignacio al comienzo ni los menciona, sino que habla de “mociones”, entendiendo estados de ánimo, sentimientos, esperanzas, reflexiones, proyectos, sueños, etc., todo lo que se “mueve” en el interior de una persona. Discernimiento de los espíritus es esclarecer las mociones y motivaciones humanas. Se busca responder a la pregunta: ¿qué me mueve y hacia dónde me mueve?
Se trata de las mociones vividas y sólo ellas pueden ser examinadas y puestas a prueba. Es evidente que motivaciones ocultas pueden existir y que tienen mucha influencia en las decisiones y acciones de una persona, pero en cuánto son ocultas no pueden ser objeto de discernimiento.
Hay muchas fuerzas externas que mueven e influyen en una persona (como por ejemplo: otras personas, procesos grupales, la opinión pública, etc.). Ellas sí son y deben ser objeto del discernimiento.
2.5.4. Examinar si llevan hacia Dios o alejan de Él. Este es el momento mismo del discernimiento. Cada movimiento tiene una dirección y una finalidad. En el discernimiento una persona se pregunta: ¿hacia dónde apunta este movimiento que estoy registrando? ¿a qué o a quién me lleva? ¿Este sentimiento, esta reflexión, este impulso externo me lleva adelante en el camino hacia Dios o me lleva en una dirección que me aleja de Dios?
2.5.5. El discernimiento lleva a “poder tomar decisiones”. El discernimiento no es algo teórico sino que quiere llevar a una persona al punto de poder tomar una decisión. Una decisión apoyada en la distinción y diferenciación de las distintas mociones y motivaciones. Quien ha reconocido hacia dónde lo lleva tal o cual moción, será capaz de decidir mejor lo que corresponde al camino que lo lleva al encuentro con Dios.
2.5.6. La finalidad del discernimiento es poder responder a la pregunta de Saulo en Act 22, 10 “¿Qué debo hacer, Señor?”. Es la pregunta por la voluntad de Dios en y para mi vida.


3. Disposición fundamental para entrar en un proceso de discernimiento

En los ejercicios San Ignacio orienta la atención del ejercitante en 3 direcciones diferentes:

1. la realidad concreta que vive la persona que toma ejercicios
2. el contenido de la revelación cristiana
3. las mociones interiores del ejercitante

Para un proceso de discernimiento hay entonces 3 focos de atención:

1. atención a los acontecimientos exteriores
2. atención al Misterio de Dios
3. atención a los acontecimientos interiores

3.1. Atención a los acontecimientos exteriores
Hechos, realidades, acontecimientos, personas son impulsos que influyen en nosotros
Francisco de Asís se convierte por su encuentro con los pobres y los leprosos y porque cambia de lugar en su vida.
Mahatma Gandhi decía que la fuerza para llevar adelante su lucha por la libertad y la paz en su patria la encontraba en el “Satyagraha” que habiltualmente se traduce con “resistencia no violenta”. Pero en realidad es un porceso que acoge la verdad de las personas, de los acontecimientos y de las cosas, es asumir honestamente la realidad y enfrentarla.
Prestar atención a los acontecimientos exteriores exige informarse, estudiar, reunir datos y detalles, etc.
3.2. Atención al Misterio de Dios
Signfica adquirir familiaridad y confianza con Dios. Medios para esto encontramos en la oración, la lectura y meditación de la Palabra de Dios en las Sagradas Escrituras, la participación en la liturgia, el estudio teológico, etc.

3.3. Atención a las mociones internas
La atención a los movimientos y procesos interiores supone que la persona las percibe y esto es menos obvio de lo que parece.
Percibir las mociones, movimientos, procesos en el propio interior, estados de ánimo etc. es la condición para poder discernir. No es poco frecuente que personas no tienen contacto con su propia vida interior porque niegan y rehuen lo que acontece ahí.

Discernimiento es prestar atención a:

· Los Acontecimientos exteriores
· El Misterio de Dios
· Los Acontecimientos interiores

¿Cómo se reflejan los acontecimientos exteriores en mi manera de relacionarme con Dios?
¿Cómo se refleja la fe en el misterio de Dios en mi manera de percibir los acontecimientos exteriores?

¿Cómo influye la fe en el Misterio de Dios en mis acontecimientos interiores?
¿Cómo influyen los acontecimientos interiores en mi fe en el Misterio de Dios?

¿Cómo influyen los acontecimientos exteriores sobre el interior de una persona?
¿Cómo influyen mis mociones interiores en mi manera de percibir el mundo exterior?



Para el proceso del discernimiento se propone 5 pasos:

1. percibir, sentir
2. reconocer, verbalizar
3. diferenciar - separar
4. distinguir
5. decidir


Martin Königstein ss.cc.
mksscc@gmail.com

viernes, 10 de octubre de 2008

La Adoración



3.- Adoración

En la adoración me pongo de rodillas ante Dios, porque Dios es Dios.

No es para pedir nada, no es para lograr nada, no hablo de mis problemas, no busco sentimientos, ni apaciguar el corazón.

Me arrodillo porque Dios es más grande que yo.

En la adoración intento mirar solo a Él, me olvido de mi mismo, ahora, siempre, sólo Él es importante.

En la adoración la meta de mis miradas, pensamientos, sentimientos, aspiraciones, anhelos sobrepasa el propio ego, me abro al que es más que yo, infinitamente más que yo.

En la adoración adquiero mi verdadera estatura, mi verdadero tamaño, encuentro mi lugar propio - me ubico en mi lugar.

En la adoración vivo lo que un maestro expresó así: Todo debe volverse nada para mí, para que Él pueda ser mi todo. (Hans Urs von Balthasar) y otro decía: Debo vaciar la pequeña casa de mi ser - para que Dios la pueda llenar enteramente. (Charles de Foucauld)

En la adoración se trata de Dios, y de Dios por si mismo.

“Hay personas que aman a Dios y que miran a Dios como se mira y como se ama una vaca. A la vaca la amas por la leche y el queso que te da, o sea por la utilidad que te presta. Así mismo tratan a Dios, quieren obtener de El riqueza exterior o consuelo interior, pero esto no es el verdadero amor a Dios, sino estos aman su propio provecho. Te digo con toda claridad, todo lo que puedas desear o anhelar - si no es Dios mismo - no podrá nunca ser tan bueno que no pueda convertirse en obstáculo en el camino hacia la Verdad suprema”.
(Maestro Eckhart)

En la adoración puedo - sin miedo - des-centrarme de mi mismo para centrarme en Dios.

No estoy obligado a ser siempre el centro de mis afanes
de mis emociones
de mis miedos
de los demás
de mis pensamientos, etc.

Me libero de mi mismo, dejo de mirarme a mi mismo para mirar a Dios, a otro y al hacerlo encuentro mi lugar, me encuentro a mi mismo.

Adoración significa aceptar que Dios es mi punto de referencia, me centro en Él.

Adorar es poner todo mi interior delante de Dios, es superar el miedo a la verdad, mis pequeñas y grandes vergüenzas y humillaciones.
Si logro confrontar mi verdad con alguien, contarle lo que nunca conté porque me daba vergüenza, al hacerlo habitualmente pierde tamaño, pierde fuerza y dominio sobre mi ...
En la adoración le permito a Dios mirarme, ver hasta el último rincón de mí ser, de mi corazón, le permito poner su luz, su calor en mi vida.

Romano Guardini:

La dignidad del ser humano proviene de la verdad y cuando el ser humano se inclina ante Dios para adorar está en la verdad y en la libertad.
El acto de adoración tiene algo de auténtico, bienhechor, constructivo. Tiene algo que da salud.

La pureza del espíritu es algo muy grande. El cuerpo tiene su pureza, el corazón y el espíritu también y ésta es la que da salud.
La pureza del espíritu está relacionada con la verdad. Un espíritu es puro cuando hace las distinciones necesarias; cuando llama bueno lo que es bueno y malo lo que es malo. No consiste en hacer el bien y evitar el mal. Se trata de algo anterior; que lo bueno no sea llamado malo y lo malo no sea jamás llamado bueno.
El espíritu se torna impuro por la mentira. No es hacer el mal lo que hace impuro al espíritu, mientras sepa y reconozca interiormente que lo que hace es malo. El espíritu se vuelve impuro cuando confunde lo bueno y lo malo, cuando llama bien lo que es malo, y malo lo que es bueno. El espíritu se vuelve impuro cuando no tiene voluntad de ver lo que es, cuando es indiferente a la claridad, cuando ya no sabe que el honor de la verdad es su propio honor, cuando ensucia el sentido de las palabras, que es también el sentido de las cosas y de la vida.
La impureza del espíritu enferma al ser humano.

Nuestra adoración a Dios es lo que garantiza la pureza del espíritu.

Mientras el ser humano adore a Dios, se incline ante Dios como ante el ser que es “digno de recibir el honor, la gloria y el poder”, queda a salvo de la mentira.

La pureza del corazón y la santidad son las fuerzas más grandes del hombre - pero también las más vulnerables y las más fáciles de engañar.

No hacer el bien que he reconocido es grave, mucho más grave es una actitud torcida frente a la verdad misma, esto es lo que enturbia el espíritu y la mirada.

La adoración es el medio de hacer verdad en nosotros, es el medio que purifica el corazón y renueva en el corazón el amor a la verdad.

Adoración es ahuecar el alma, es abrir espacio a Dios en nuestro interior.

“Pongo ante ti el recipiente vacío de mi anhelo”. (Gertrud von Helfta)

Pensar que Dios es digno de adoración, infinitamente digno porque “por su voluntad fueron creadas todas las cosas” y adorar interiormente es un acto grande que cura y sana.
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Nuestra adoración es eucarística. Nos ponemos delante del pan consagrado en la celebración de la Eucaristía, y esto es expresión del deseo de estar con el Señor y de alcanzar la unión de amor con Él.
Sin embargo la adoración nunca deberá perder su relación interior con la celebración eucarística, la adoración del pan eucarístico es la continuación de la liturgia de la comunidad en la liturgia del corazón.

En la adoración de Jesús-Eucaristía, el reconocerlo al partir el pan y adorarlo en el pan compartido y en su entrega puedo hacer la misma experiencia de los discípulos de Emaús: no sólo lo reconocen delante de sus ojos, el reconocimiento es retro-activo, lo reconocemos como el compañero del camino.
Aunque nuestros pesares y cargas nos impedían verlo mientras caminábamos con Él, ahora recordamos que nos ardía el corazón por el camino.

La adoración explícita - los momentos ante el tabernáculo en el silencio de la capilla - son necesarios para transformar todo nuestro andar en experiencia de Dios, encuentro con el Resucitado.

Cuando estoy en silencio ante el pan - sacramento miro a aquel que me ama, el que se entregó, no tenemos que hacer otra cosa que mirar: “Yo lo miro a Él y Él me mira a mi”. (cto. del sto. Cura de Ars).

Yo lo miro desde el lugar que encuentro como lugar delante de Él. El me mira desde su lugar - que es lo alto de la cruz - desde donde quiere atraer a todo hacia sí.

Cuánto más dirijo la mirada a Cristo, tanto más entro en contacto con mi propio ser. Cuánto más se me hace presente el tú de Cristo, tanto más me hago presente a mi mismo. Yo me transformo en tú (M. Buber) En el encuentro con Cristo hallo el camino que me conduce a mi mismo.

Miro a Jesucristo que me ama, que me libera en lo más íntimo de mí, que me lleva a la verdad de mi mismo, ordena todo en mí con relación al verdadero centro que es Dios.

En la adoración entro en contacto con mi verdadero núcleo, con la imagen que Dios se ha hecho de mí, y que Dios ha puesto en mí.

Cuando me pongo ante el Señor-Eucaristía, pongo ante Él todo, mi interior y mi exterior, todas las cosas y también las personas, mis planes, anhelos, proyectos, tentaciones, debilidades, miedos:
todo se concentra en el verdadero centro: Dios; y todo encuentra desde este centro su lugar, su importancia, su relevancia.

El encuentro con Jesucristo en la adoración eucarística es encuentro con el Jesús del corazón traspasado. El Señor se ha dejado herir por nosotros, ha dejado que rompan su corazón para que nosotros no nos dejemos destruir por nuestra vida. Se ha hecho traspasar por nosotros para hacerse accesible.

“La apertura del corazón significa la entrega de lo más íntimo y personal para que todos lo puedan disfrutar, de esta forma, todos pueden entrar en ese espacio abierto y ahuecado.” (Hans Urs von Balthasar)
El Corazón de Jesús está abierto. La intimidad de la adoración, que está presente en la palabra “adorar”, llega a su culminación en el culto al Corazón de Jesús.

El evangelio de Juan remite al corazón traspasado de Jesús, fuente de toda vida, de toda salvación y de vida eterna.

El corazón de Jesús está abierto porque sufre, porque soporta el dolor. Sólo puede amar quien puede ser herido. Jesús es el médico herido (en el corazón) que sana.

En la adoración eucarística podemos aprender de Dios un amor que puede sufrir y por lo tanto también sanar / salvar.


La adoración no es algo puramente privado, es ejercicio de un amor distinto hacia el prójimo.

En este corazón traspasado podríamos comprender a todos los que nos preocupan. Mirando el corazón traspasado podemos abrir nuestro corazón para que pueda amar y salvar a las personas que encontramos todos los días.

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Los maestros proponen la mañana o el atardecer / noche como momentos más propicios para la adoración.
El principio del día reproduce el principio de nuestra vida
el fin del día anticipa nuestra muerte.

La adoración hay que practicarla siempre, no sólo cuando estoy bien dispuesto.

La adoración no nos resulta fácil por naturaleza, hay que practicarla, ejercitarnos en ella.

Textos bíblicos:

Jn 7, 37 -39
Jn 19, 31 - 37
Apoc 4, 1 - 11
Apoc 7, 11 - 12

¿Cómo podemos apoyarnos discretamente y eficazmente en nuestra adoración?
¿Cómo comunicarnos mutuamente lo vivido en la adoración?



Carta sobre la Adoración

de Pablo Fontaine A. ss.cc.

Julio de 1985

Queridos/as:

Les escribo algunas reflexiones simples sobre la Adoración en la esperanza de que esta práctica volverá a ser en la Congregación, expresión de unidad y realidad significativa de nuestra misión común.

Pienso que hay varios signos que van indicando una moción del Espíritu en este sentido. Y, si es así, quiere decir que la Adoración ha llegado a ser para nosotros un verdadero regalo.

1. ¿Qué sucede cuando un hombre adora a Dios?

Que en él se hace consciente y claro algo que habitualmente le está oculto aunque constituya su realidad más profunda: se hace gesto y palabra, pensamiento y afecto, su condición de creatura. El hecho de estar siempre recibiendo la existencia de manos de Dios se hace explícita gratitud y reconocida admiración.

El hombre que adora sumerge (doble las rodillas, oculta el rostro para expresarlo corporalmente) su pensamiento y su corazón en el ancho océano de la vida de Dios, sólo para decir: Gracias! Tú sólo eres Dios! Tú sólo el santo!

Tal actitud constituye un gesto primordial del hombre. Es común a todos los hombres y a todas las religiones de los hombres. Se da en Jesús de Nazareth, hombre como nosotros, y en el pecador que es cada uno de nosotros.

2. Contemplando a Jesús adorando de noche o en la madrugada, leyendo sus palabras de alabanza que el Evangelio ha recogido, es posible entrar por la meditación, en su postura de adoración, para adorar con El y como El: “Te alabo Padre ...”

Sobre todo su alma debió adorar con máxima intensidad aquella noche de la última Pascua en Jerusalén. Allí expresó, según el ritual hebreo, su alabanza al Dios Creador, al Dios Salvador de Israel, dándole gracias (Eucaristía) por todo lo obrado con su pueblo, incluido su propio sacrificio, expresado en esa Cena con el gesto del pan y del vino, ofrecidos como cuerpo y sangre de sacrificio.

3. Contemplemos ese Corazón de Cristo que ora, que alaba, que agradece, admira, adora, se entrega, y lo hace en la Oblación más fundamental de toda la historia humana. Es esa entrega interior de Jesús la que anima el camino de esas horas, en especial la agonía de la Cruz.

No hay sino una Oblación redentora que arrastra todo su ser y toda su historia en un gran acto de Adoración que va desde los acontecimientos anteriores de su vida terrestre, se hace particulramente significativa en la Cena, alcanza su máxima densidad en la Cruz y permanece para siempre en el Cordero Resucitado que está eternamente ante el Padre y se hace presente en la historia humana actual.

4. En esta Oblación adorante entramos todos con nuestras vidas, ya que éstas son, desde la fe, participación y reflejo de la de Jesús. Esta entrada nuestra en la oblación de Jesús, se realiza a través de un instrumento concreto, sometido al tiempo y al espacio, la celebración eucarística de la Iglesia.

Al participar en la celebración eucarística por la comunión del Cuerpo de Cristo presente sacramentalmente, hacemos nuestro el Sacrificio de Cristo. En esta cena de pobres, entra todo el sufrimiento de los pobres y oprimidos del mundo, entregados confiadamente como un Único Cristo al Dios de la Vida.

5. El pan consagrado, después de la celebración, sigue siendo un signo vivo del Cordero ofrecido y una invitación a unirse a El, a participar de su Oblación eterna.

Este signo se da en un tiempo y un espacio concreto. La Eucaristía está ahí, en nuestra casa, con frío o calor, con ruido de autos o de radios vecinas, en la humildad de nuestro ambiente limitado.

De rodillas, frente al Tabernáculo en la capilla, estamos expresando que queremos entrar en el gesto adorador de Jesús para alabanza del Padre y servicio de la humanidad.

Es un modo de adorar que nos fue legado por los Fundadores. Es un gesto sencillo, pero lleno de sentido, más para el corazón que para la inteligencia.

6. Ahora, ¿qué sucede cuando comulgamos? Nuestra mente se dispone a participar en este misterio, se ahueca el alma para recibir el regalo de Dios. Sin este movimiento interior, la comunión no tiene efecto alguno.

Pues bien, en la adoración, repetimos o continuamos esa disposición, como el monje prolonga la salmodia, en su oración privada, una vez que el oficio litúrgico de las Horas ha terminado. Porque estamos frente al Sacramento permanente, nos ponemos en una actitud d adoración como la de Cristo y la expresamos plásticamente en la postura corporal, uniéndonos “espiritualmente” a la alabanza del Señor.

Y luego en la vida de todo el día y de todos los días, mantenemos la misma actitud, el mismo sacrificio de alabanza por el cual seguimos invisiblemente atados a la celebración eucarística que tuvimos o vamos a tener.

Por eso no tendría sentido multiplicar las celebraciones eucarísticas durante el día so pretexto de estar más unidos a Cristo o de recibir mayores “gracias”, pues todo lo que hacemos, toda entrega nuestra proviene de y tiende a las celebraciones que parece normal realizar, para darle cuerpo concreto, objetivo y visible a la presencia del Sacrificio de Cristo en la Iglesia.

7. Nuestros fundadores vieron la adoración como una reparación del pecado. Si bien expresaron esta dimensión con un lenguaje y una teología que nos es muy ajena, la verdad es que esa oblación que brotó del Corazón de Jesús y se dirigió al Padre como Adoración fundamental, es el gran acto que expía el pecado del mundo.

En la Eucaristía, en la adoración y en la vida, procuramos completar como podemos, lo que falta a esa Pasión expiatoria de Jesús.

En la adoración nos hallamos frente a la realidad del Crucificado-Resucitado y recordamos lo que el pecado ha hecho en Jesús. Pensamos también cómo el pecado de nuestros días corroe el corazón humano en lo personal y arrasa nuestra época y nuestra tierra con ese cortejo de injusticia, mentira y muerte que llamamos pecado social.

Resulta así la adoración un coloquio con el Corazón de Jesucristo, con la conciencia del pecado como ofensa personal a Dios y como destrucción del hombre. Dios no sufre con el pecado, pero algo sucede en El cuando hay una ofensa, o mejor algo sucede en el hombre, y algo se le resta a Dios.

8. Los invito a permanecer cada día aunque sea unos minutos adorando al Señor en la Eucaristía y pidiéndole por nuestro pueblo golpeado y humillado, mientras los ojos de la fe contemplan al Cristo crucificado que muere en los pobres y oprimidos de nuestro país y del mundo.

Rueguen en la adoración también por los hermanos de la Congregación y por la vasta red de comunidades de nuestra Iglesia. El pedir unos por otros nos acerca a todos los hermanos que trabajan en diversos lugares y situaciones.

Escribía el Fundador: “Que piensen a menudo en su Adoración, que me uno a ellos, y que jamás pasa una medianoche sin que me transporte hacia todos Uds. y todas las casas, para que el Divino Corazón de nuestro Buen Maestro los guarde y nos bendiga a unos y otros, y nos conceda su gracia y su paz”. (cit. por Juan Vicente González ss.cc. en “El P. Coudrin, p. 501)

Que nadie se haga problema preguntándose si nuestra adoración va dirigida a Cristo o al Padre. En ambos brilla el mismo resplandor divino: “Felipe, quién me ve, ve a mi Padre”. Vitalmente en la adoración, estamos sumergidos en Dios. Psicológicamente podemos estar atentos a cada una de las Personas Divinas según la inclinación de nuestro corazón.

9. ¿Cómo hacer adoración?

Me permito sugerir una forma para que esos momentos transcurran útil y fecundamente.

Dividamos el tiempo en tres partes:

a. La llegada: Será un tiempo para calmarse y concentrarse. Ya estará bien empleado si pasamos largamente estableciendo “contacto” con el Señor, tomando conciencia de lo que estamos haciendo.

Será un tiempo para pedir la ayuda del Espíritu Santo, para contemplar el sufrimiento de Cristo actual en los hombres, para hacer silencio interior y entrar en adoración profunda ...

b. La mirada: Será un tiempo de reflexión (tal vez con un libro de apoyo) o de simple mirada. Será una conversación con el Señor, en espíritu de adoración, de reconocimiento de la grandeza del Señor y de nuestra pequeñez.

El Señor está “ahí” en el Tabernáculo como Cordero ofrecido, como permanente sacrificio de alabanza; pero está “antes” en el fondo de tu corazón adorando al Padre y amándonos.

c. El camino: Está dedicada esta parte al futuro inmediato, a tu acción de hoy y de mañana, a prever los desafíos que vendrán, a disponerte para cumplir la Voluntad del Padre. Es mirada al Señor y a la Vida como quehacer y llamado.

10. Junto a la Cruz del Señor estaba María de pie. Junto a nosotros adorando está también ella, experta en adoración dolorosa y oscura, guardando en su corazón “estas cosas”, es decir, el morir y el vivir de su Hijo, nuestra propia pequeña historia, la pasión de nuestro pueblo, nuestra esperanza ...

Al terminar estas lineas, me doy cuenta de que no he podido trasmitir lo que deseaba. Estas pobres palabras mías han resultado muy frías y teóricas. Mientras Uds. las leen, yo seguiré pidiendole al Espíritu que les enseñe a adorar y les comunique un fuerte entusiasmo y deseo por entrar en el Corazón de Cristo para mirar al Padre y a mostrarle nuestro mundo.

Con el afecto de siempre los saluda

Pablo

Lo que nos inspira y anima


2.- Lo que nos inspira y anima.
Carisma y Espiritualidad de los Sagrados Corazones.

2.1. Carisma fundacional de los SS.CC.

2.2. Carisma de los SS.CC. hoy en la Rama Secular.

Carisma es:

Un don del Espíritu Santo a una persona o a un grupo de personas (una comunidad). Un don concreto para "la edificación del cuerpo de Cristo", como dice San Pablo (Ef 4, 12) o sea no para la persona o el grupo mismo sino para la comunidad o para la iglesia.
Un don que una persona o un grupo de personas recibe en un momento histórico concreto. Por lo tanto, este mismo don en otro momento y en otro lugar puede y debe tomar formas diferentes.

“La fidelidad al pasado no se conserva en su pura repetición, sino en su anuncio siempre nuevo de palabra y de obra. Para seguir significando lo mismo, lo recibido del pasado ha de ir tomando continuamente formas de expresión propias del tiempo, acomodadas a él y a la vez contradictorias. La fidelidad que no toma en cuenta la incesante transformación del mundo no es fidelidad.” (Martin Horkheimer)

Para poder ser fiel al "Carisma Fundacional" de la familia religiosa de los SS.CC. hay que estar atento en dos direcciones:

Conocer bien la comunidad de la primera generación, conocer las personas y los escritos del fundador, de la fundadora y la práxis de la primera comunidad. Hay que volver a las fuentes.
v Hay que ser capaz de ver e interpretar los "Signos de los tiempos“ (Lc 12, 54 – 56), o sea la realidad actual en su dimensión social, cultural, política, religiosa, etc.


A.- Acogida del Carisma en el tiempo de la Fundación (1793 – 1802)

Las circunstancias:

La Ilustración desemboca en Francia en la Revolución Francesa (1789 - 1802). La revolución es un fenómeno político, cultural, social. Se dice que no hubo cambios en la sociedad sino que la sociedad entera cambió. (Hoy decimos que la nuestra no es una época de cambios sino un cambio de época). Todo lo que había crecido en siglos fue removido. El proceso revolucionario exterior terminó con Napoleón Bonaparte a fines de 1799 y el concordato del 1802.

Si el proceso revolucionario afectó profundamente a la sociedad de la época, no lo hizo menos en la iglesia.

La iglesia, que se había identificado con un determinado orden social, económico y político, se ve afectada directamente cuando este orden quedó obsoleto y fue cambiado.

El proceso de separación de iglesia y estado, ha comenzado en la Reforma de Lutero y culmina en la Ilustración y la Revolución Francesa. La revolución era vista como la victoria de la razón sobre el “oscurantismo” de la religión y sobre todo del catolicismo. La supresión de la Compañía de Jesús (Jesuitas) en 1773, la disolución de muchos conventos (de 1500 monasterios osb a 30) y la extinción definitiva de una serie de órdenes religiosas (más de 20) en este tiempo, son expresión concreta de lo dicho.

Los cambios y transformaciones fueron tan complejos y dolorosos que la iglesia fue incapaz (y con ella nuestros fundadores) de reconocer el aporte que con toda la ambigüedad, todos los errores y desvíos, significó la revolución. Para la iglesia recién el papa Pablo VI reconoce las raíces evangélicas y cristianas de los enunciados de la revolución: Libertad, igualdad y fraternidad.

El comienzo de la primera comunidad en torno a la Buena Madre y el Buen Padre fue en 1793, año en que la revolución ejecutó al rey Louis XVI. Coincide por lo tanto con los comienzos de la revolución.

A fines del siglo 18 y comienzos del siglo 19 Pierre Coudrin y Henriette Aimer de la Chevallerie tienen una visión en tiempos en que en la iglesia las visiones no eran frecuentes.

La Visión y la Misión:

"Un día, trepando ya en mi granero, después de haber dicho la Misa, me arrodillé junto al corporal en que creía conservar la presencia del Santísimo Sacramento. Ví entonces lo que somos ahora. Me pareció que éramos varios los que estábamos reunidos en común; que formábamos un grupo de misioneros que debía esparcir el Evangelio por todas partes. Pensando en esta sociedad de misioneros, me vino también la idea de una sociedad de mujeres (...). Yo me decía: no tendremos ni dinero ni rentas: nos devorarán los piojos (...). ... este deseo de formar una sociedad que llevara la fe a todas partes, no me ha dejado nunca“. Buen Padre

1.- El amor de Cristo urge a Pierre Coudrin y a Henriette Aimer de la Chevallerie a ponerse al servicio de personas concretas en circunstancias precarias y hasta peligrosas, son tiempos de clandestinidad, de ilegalidad y de riesgo para la iglesia y sus ministros/as. Son tiempos de lucha.

No era posible pensar en grandes "obras" ni planes pastorales. Lo que marcaba la vida de la comunidad era:
v La urgencia sentida de anunciar el Evangelio
v El contacto directo en la pastoral
v El cuidado y la atención de personas
v La espontaneidad
v La flexibilidad
v La capacidad de discernir los espíritus

2.- El amor de Cristo los urge a permanecer cada día horas ante el sagrario escondido en adoración y contemplación.

v Ni en el servicio pastoral ni en la adoración podían recurrir a formas y caminos hechos y conocidos.
v El camino de la fidelidad al Señor y su Evangelio en tiempos difíciles se interioriza. No valían ni eran posibles las formas exteriores, con frecuencia gastadas y obsoletas.
v Nuestros fundadores no trataron de "salvar su pellejo", no hicieron de la sobrevivencia el centro de su atención y de su vida. Más bien se mantuvieron abiertos/as y atentos/as a la inspiración de Dios que les hablaba desde las necesidades de las personas, del pueblo de Dios, y desde los acontecimientos a su alrededor.

Rasgos espirituales en la comunidad primitiva:

v
Lucha y Contemplación
La adoración mantenía viva la llama del “celo apostólico” y la experiencia pastoral marcaba la adoración y le daba realismo
v Gran confianza en la providencia divina.
v La centralidad de la persona de Jesús. "En Jesús encontramos todo; su nacimiento, su vida y su muerte: he ahí nuestra Regla", decía el Buen Padre.
v La devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
v La comunidad era como una familia (espíritu de familia).
v Los miembros de la comunidad debían ser fácilmente accesible para todo el mundo.




B.- Fidelidad al Carisma de los Fundadores en 2008

Hoy día podríamos decir con Leonardo Boff:

“La raíz básica de nuestra crisis cultural reside en la aterradora falta de ternura y de cuidado de los unos para con los otros, y de todos con la naturaleza y con nuestro propio futuro”.
[1]

Consecuencias de eso son:

soledad, miedo y depresión
crisis de las instituciones
el estado y las instituciones que lo sustentan, partidos políticos, etc.;
la iglesia y las instituciones que en medida importante la sustentan: el ministerio sacerdotal y la vida religiosa;
la familia en su forma tradicional; ...

Formas de enfrentar la crisis actual que podemos observar en nuestro entorno:

v Evasión
v Consumismo
v “carpe diem” (aprovecha el día, la ocasión, ...)
v Agresividad,
v “Fuga hacia atrás” ...

Pero también podemos afirmar que se va asomando lo nuevo, lo que está por venir ...

Miren, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando. ¿No lo notan? (Is 43, 19)

Lo nuevo que viene ...

v Nuevas maneras de ubicarse en el mundo (al lado de la naturaleza, al lado de otros seres humanos, etc.)
v Nuevas formas de relacionarse (género, lo “inter”, etc.)
v Nuevas formas de organizarse (liderazgos, cultura juvenil, movimientos de base, etc.)
v Nuevas formas de buscar y encontrar a Dios (búsqueda espiritual fuera de la iglesia)

Sobre este telón de fondo el 37º Capítulo General de los hermanos de los SS.CC. (septiembre 2006) ofrece pistas para encontrar respuestas a los desafíos de nuestro tiempo desde nuestra vida y el carisma heredado de nuestros/as hermanos/as mayores.




Nos propone ser:
v Contemplativos/as
v Compañeros/as
v Compasivos/as


Lo que permanece:

v La centralidad de la persona de Jesús.

"En Jesús encontramos todo; su nacimiento, su vida y su muerte: he ahí nuestra Regla“ (Buen Padre)

v El Corazón de Jesús

Cuando hablamos del Corazón de Jesús estamos hablando de un modo de acceder a la persona de Jesús desde la temática del corazón, entendiendo el corazón desde el horizonte del pensamiento bíblico.

La intuición de la Sagrada Escritura, ya desde el Antiguo Testamento, es que el ser humano se unifica en un punto o centro interior, al que sólo Dios tiene pleno y directo acceso: el corazón. Centro desde el cual, a la vez, el ser humano se va haciendo plenamente persona, va creciendo en humanidad; se va encontrando en plenitud con los demás y con la naturaleza y, por ello, consigo mismo; y se va introduciendo en Dios y va introduciendo a Dios dentro de sí.

Lo que realmente interesa es la persona de Jesús, no las formulaciones abstractas mediante las cuales en diversas épocas se ha buscado encasillar su doctrina. Y no sólo interesa su persona, sino lo más íntimo de ella: su corazón.

Y por corazón no debemos entender la sede de los sentimientos o de las emociones, sino aquel centro profundo desde el cual la persona enfrenta toda la vida. El corazón es el centro de las decisiones personales que orientan profundamente toda la vida; el centro de las decisiones vitales. Fijar la mirada en el corazón de Jesús es una invitación a atender a lo medular, a lo orientador de todo su actuar.

Cuando ponemos nuestra mirada en el Corazón de Jesús descubrimos en él como motor esencial de todo su actuar la misericordia. Jesús ofrece su amor, su misericordia y protección amorosa a todos los seres humanos, por el simple hecho de que se encuentren en necesidad o en un momento de aflicción. En una época de rigorismo religioso esta devoción acentúa la humanidad de Jesús y su anuncio del amor gratuito y misericordioso de Dios en favor de toda la humanidad.

El Corazón de Jesús es el corazón de ese hombre que en fidelidad al Padre y por amor a todos los hombres llegó a la ofrenda total de su vida en la cruz.

Para vivir bien nuestra fe nos centramos en la persona de Jesús, y no solo en doctrinas o en normativas morales. Nuestra fe se articula en torno al misterio de la persona de Jesús; y de un Jesús encarnado.

En cada persona hay un centro, desde el cual brotan todos los comportamientos, y desde el que se explica o alcanza su coherencia el conjunto de su actuar. Un buen acercamiento a Jesús es aquel que nos invita a preguntarnos por las raíces profundas de su actuar, por los sentimientos más íntimos de su corazón.

De esta manera nos acerca a la relación con su Padre y al amor por la humanidad caída. Y en contrapartida, también nos lleva a plantearnos la pregunta por la raíz de nuestro actuar, no sólo por la objetividad exteriormente medible de nuestros comportamientos.

Ante la pregunta por los sentimientos del corazón de Jesús, nos encontramos con el tema de la misericordia. Una misericordia que no es sólo filantropía, sino que surge de una profunda experiencia de Dios. Una experiencia del Padre de amor, que quiere a todos sus hijos, que anhela la vida plena para todos ellos. Y que por lo mismo los acompaña y defiende en momentos de aflicción.

En el corazón de Jesús conocemos la hondura del amor de Dios (cf. Efesios 3,17-19). De aquí surge un camino de vida cristiana: irse configurando paulatinamente con el amor de Dios que se nos ha manifestado en Jesús. Que nuestro corazón vaya aprendiendo a amar y a latir junto con el del Señor.

Este modo de proponer el camino de la vida cristiana, como una configuración con los sentimientos más profundos del Señor, puede resultar de gran ayuda para muchos hoy. Nos previene del peligro de una moral fría, apoyada sólo en reglamentaciones e incapaz de dar cuenta del modo en que nuestra adhesión personal a Jesús debe irse traduciendo en acciones concretas, en un estilo de vida.

De aquí surge una propuesta de vida cristiana que pone el acento en la necesidad de un trato cercano, cariñoso y respetuoso por cada persona concreta, cualquiera sea su condición. Este estilo de vida, apoyado directamente en una contemplación de los sentimientos del Corazón de Jesús, le confiere un rico tinte de humanidad a la experiencia cristiana.

Desde una espiritualidad del Corazón de Jesús podemos pensar en contribuir a la formulación y puesta en práctica de una ética de:

v
cuidado mutuo
v respeto y reverencia
v confianza
v responsabilidad
v cooperación y solidaridad

[1] Leonardo Boff, San Francisco de Asís: Ternura y Vigor. Ed Paulinas, Stgo 1989, p. 30

La Conversión


Discípulos/as misioneros/as para que nuestros pueblos en él tengan vida.

La Conversión

Discipulado tiene que ver con:

v Seguir al Maestro
v Aprender del Maestro
v Convertirse al Maestro

Frases para pensar:

"Jamás he enseñado a alguien algo que yo no haya puesto en práctica previamente". (Juan Casiano, monje, 360 - 435)

"¿Quién cambia el corazón de aquellos/as que quieren cambiar el mundo?" (Francisco Whitaker – Brasileño - Inspirador del Foro Social Mundial)

“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”. (Mahatma Gandhi )

“He tomado sobre mis espaldas el monopolio de mejorar sólo a una persona, esa persona soy yo mismo y sé, cuán difícil es conseguirlo.” (Mahatma Gandhi)

“El cristiano de mañana será un místico, o sea alguien que ha experimentado algo o no será nada.” (Karl Rahner S.J.)

“En ambientes en que cristianos viven entre sí por varias generaciones, se produce una confusión entre la fe y una cierta mentalidad y unas costumbres que se tienen por cristianas.”
”Los cristianos se apegan a moralismos, a opiniones políticas, adoptan un cierto estilo de vida y costumbres de por sí indiferentes, y consideran todo esto como obligaciones de la vida cristiana, lo confunden con la vida de fe.”
No anunciamos una buena noticia porque el evangelio no tiene nada de nuevo para nosotros. Nos hemos acostumbrado y el evangelio se ha transformado en una novedad vieja. El Dios vivo dejó de ser una felicidad tremenda y conmovedora.
”Dios es algo que suponemos y que ha llegado a ser el telón de fondo de nuestra vida.”
”Cuando hablamos de Dios, hablamos de una idea, en vez de dar testimonio de un amor que nos sostiene y que podemos compartir con otros.”
”Entonces encontré a Dios, o más bien, al orar me di cuenta que Dios me encontró a mí.” Madeleine Delbrêl

I.- Ser discípulos en esta Iglesia concreta que busca su camino en medio de los Pueblos de América Latina y el Caribe.

Ø Desde la Conferencia de Medellín, en 1968, se ha ido perfilando un nuevo rostro de la Iglesia en América Latina. Un rostro anhelado y soñado; en parte ya realizado, en parte aún dolorosamente esperado.
Ø Vivimos en el anhelo de una Iglesia profundamente comunitaria, fraterna, acogedora, en la cual podamos de verdad sentirnos y reconocernos como hermanos/hermanas.

Ø Una Iglesia que haga realidad una fraternidad anclada en la común experiencia bautismal, más importante que todas las legítimas diversidades que de hecho existen entre sus miembros.
Ø Una Iglesia que se configure como una red de comunidades cristianas de base.

Ø Una Iglesia que vive en su seno una pluralidad de ministerios suscitados por un mismo Espíritu, y que reconoce en todos la misma pasión por proclamar la misericordia de Dios a aquellos que aún no la acogen.
Ø Una Iglesia inserta en la realidad de sus propios pueblos, con una atención evangélicamente preferencial por los pobres.

En definitiva, el anhelo de una Iglesia en la cual todo creyente, incluidos los más pobres y los pecadores, pueda sentirse como "en su casa"; una Iglesia acogedora; que ayude a ahondar a la luz de Cristo su vivencia de una auténtica humanización y que entre en una dinámica misionera y testimonial que surge del gozo del encuentro con Jesús como el Mesías esperado.

Ser discípulos/as misioneros/as de Jesucristo hoy tiene que ver de modo fundamental con esta experiencia de ser Iglesia. No es una vivencia individualista, que pueda prescindir de la concreta realidad eclesial de cada lugar.

II.- Tres dimensiones fundamentales del talante del discípulo misionero

Cada una de estas tres dimensiones apunta desde una ángulo diferente a que el discipulado misionero supone:

+ experiencia mística
+ conversión

1.- La condición más básica del discípulo es la de un hombre o de una mujer que habiéndose encontrado personalmente con Jesús ha experimentado una auténtica fascinación por él.
2.- El encuentro con Jesús revierte necesariamente en una conciencia nueva sobre uno mismo.

En la conciencia de la propia fragilidad, del propio pecado; y frente a ellos de la gracia, la bondad y la misericordia de Dios.

No es la conciencia de las propias capacidades la que motiva a hacerse discípulo o discípula de Jesús, "para ayudarlo en su obra". Sino muy por el contrario, es la experiencia de la propia fragilidad la que impulsa a irse tras él, para encontrar sentido y sustento para la propia vida.

3.- Hacerse discípulo de Jesús conlleva entrar en un nuevo modo de pertenecer a la comunidad humana.

Se acaba el viejo y limitado concepto de prójimo. La parábola del “Buen Samaritano”, (Lc 10, 25 - 37) funda el concepto cristiano de prójimo, y aquí la pregunta no es: ¿Quién es mi prójimo? sino ¿De quién me he hecho prójimo? Se abre paso una nueva experiencia de comunidad, de fraternidad de hermanos/as que se reconocen a si mismos como hijos e hijas de un mismo Padre, y que al experimentar el gozo de la salvación se hacen mensajeros de las buenas noticias personalmente vividas.

El encuentro con Jesús impulsa al discípulo a hacerse misionero y testigo de lo que ha visto y oído.

Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que han tocado nuestras manos (...) es lo que anunciamos. (1 Jn 1, 1)

Y hoy, la experiencia del encuentro con Jesús ¿es tan intensa que efectivamente transforme nuestra vida y nos lance a ser testigos de lo que el Señor ha hecho con nosotros?

• La Mujer samaritana (Jn 4)
• Zaqueo (Lc 19, 1 -10)
• El itinerario de conversión de Pedro


Ø Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía. Llegó una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dijo: "Dame de beber". Jn 4

Ø Zaqueo, baja pronto; porque quiero alojarme en tu casa. Lc 19

La conversión como exigencia evangélica, no está ligada al grado de instrucción o de cultura, ni a ninguna posición social. No está ligada al poder, ni a la riqueza, ni al saber. Ni a ningún tipo de actividad, compromiso o ideología. No existen "profesionales" ni "clases" de convertidos. Ni aun el hecho de ser religioso u obispo, supone necesariamente el hecho de la conversión, que tiene exigencias autónomas.

No siempre estamos concientes del itinerario de la conversión; de su dinamismo crítico. No hay una sola llamada de Cristo en la vida, hay varias, cada una más exigente que la anterior, y envueltas en las grandes crisis de nuestro crecimiento humano-cristiano. La conversión es un proceso que nos interna en el radicalismo evangélico de nuestro "mundo" para vivir en el éxodo de la fe y del seguimiento del Señor.

Ø Momentos claves en el itinerario de conversión de Pedro

Textos que marcan hitos en el camino de conversión de Pedro:
v Primer encuentro de Pedro con Jesús
Uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús, era Andrés, hermano de Simón Pedro. 41 Al primero que Andrés se encontró fue a su hermano Simón, y le dijo: Hemos encontrado al Mesías (que significa: Cristo). Luego Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús; cuando Jesús lo vio, le dijo: Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas (que significa: Pedro). (Jn 1, 40 – 42)
v La “pesca milagrosa”

En una ocasión, estando Jesús a orillas del Lago de Genesaret, se sentía apretujado por la multitud que quería oir el mensaje de Dios. Jesús vio dos barcas en la playa. Los pescadores habían bajado de ellas a lavar sus redes. Jesús subió a una de las barcas, que era de Simón, y le pidió que la alejara un poco de la orilla. Luego se sentó en la barca, y desde allí comenzó a enseñar a la gente. Cuando terminó de hablar, le dijo a Simón: Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar. Simón le contestó: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes. Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían.Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador! Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. 10 También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: No tengas miedo; desde ahora vas a pescar hombres. Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús. (Lc 5, 1 – 11)

v Pedro piensa como piensan los hombres

Cuando Jesús llegó a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: Algunos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros dicen que Jeremías o algún otro profeta. Y ustedes, ¿quién dicen que soy? les preguntó. Simón Pedro le respondió: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Entonces Jesús le dijo: Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque esto no lo conociste por medios humanos, sino porque te lo reveló mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra voy a construir mi iglesia; y ni siquiera el poder de la muerte podrá vencerla. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que tú ates aquí en la tierra, también quedará atado en el cielo, y lo que tú desates aquí en la tierra, también quedará desatado en el cielo. Luego Jesús ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías. A partir de entonces Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: ¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar! Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro: ¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres. (Mt 16, 13 – 23)
v Pedro no puede expulsar un demonio
Maestro, aquí te he traído a mi hijo, pues tiene un espíritu que lo ha dejado mudo. 18 Dondequiera que se encuentra, el espíritu lo agarra y lo tira al suelo; y echa espuma por la boca, le rechinan los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que le saquen ese espíritu, pero no han podido. Jesús contestó: ¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Traigan acá al muchacho. (...) Luego Jesús entró en una casa, y sus discípulos le preguntaron a solas: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu? Y Jesús les contestó: A esta clase de demonios solamente se la puede expulsar por medio de la oración. (Mc 9, 17 – 19.28-29)
v Pedro niega conocer a Jesús

Pedro, entre tanto, estaba sentado afuera, en el patio. En esto, una sirvienta se le acercó y le dijo: Tú también andabas con Jesús, el de Galilea. Pero Pedro lo negó delante de todos, diciendo: No sé de qué estás hablando. Luego se fue a la puerta, donde otra lo vio y dijo a los demás: Ese andaba con Jesús, el de Nazaret. De nuevo Pedro lo negó, jurando: ¡No conozco a ese hombre! Poco después, los que estaban allí se acercaron a Pedro y le dijeron: Seguro que tú también eres uno de ellos. Hasta en tu manera de hablar se te nota. Entonces él comenzó a jurar y perjurar, diciendo: ¡No conozco a ese hombre! En aquel mismo momento cantó un gallo, y Pedro se acordó de que Jesús le había dicho: "Antes que cante el gallo, me negarás tres veces." Y salió Pedro de allí, y lloró amargamente. (Mt 26, 69 – 75)

v Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero.

Terminado el desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis corderos. Volvió a preguntarle: Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Pedro le contestó: Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas. Por tercera vez le preguntó: Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Pedro, triste porque le había preguntado por tercera vez si lo quería, le contestó: Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: Cuida de mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven, te vestías para ir a donde querías; pero cuando ya seas viejo, extenderás los brazos y otro te vestirá, y te llevará a donde no quieras ir. Al decir esto, Jesús estaba dando a entender de qué manera Pedro iba a morir y a glorificar con su muerte a Dios. Después le dijo: ¡Sígueme! (Jn 21, 15 – 19)


v Meditar en estos textos –darse cuenta como Pedro va entrando cada vez más al discipulado/seguimiento del Maestro.

v Describir mis propias etapas de conversión, hacerlo con más detalle con el primer encuentro con el Maestro.

El liderazgo como un servicio


El liderazgo como un servicio


Por principio de cuentas, un líder es un ser humano, por eso, como cualquier otro individuo, tiene cualidades y limitaciones. No es un superhombre/ supermujer, es una persona común y corriente. Sin embargo, tiene más agallas, visión y fe que las personas normales. Por otra parte, una cualidad que lo caracteriza es que sabe transmitir confianza a sus seguidores.
Los líderes tienen ciertas características; pero carecen de otras. Poseen cosas que los distinguen y otras que se guardan para sí mismos.
Las reglas a las que se someten los líderes son las mismas que las que gobiernan a todos. Para cumplirlas en forma íntegra, los líderes (incluso cualquier otra persona que pretenda cierto modo de vida) deben poseer ciertas características. Estas son: dar lo que se tiene, rasgos diferenciadores y disposición para la evaluación interior. En las siguien­tes páginas analizaré estos rasgos así como otros que resultan inapropiados para el liderazgo.

Dar lo que se tiene
“Para dar hay que tener" es una frase de sentido común, contundente, que suena a obviedad y que puede resultar incómoda, a menos que se le dé cierto sentido.¿Cuál es este sentido? Comprender que cada persona puede dar, pero primero debe tener algo que dar. Por ello, la caridad comienza con uno mismo. Hay, por tanto, que ayudarse para poder ayudar.
En el caso del liderazgo, esa frase es esencial, porque la influencia así como la persuasión y la dirección que un guía ejerce sobre alguien, presupone que el que la ejerce (esto es, el guía) lo hace Sobre sí mismo; de lo contrario, violentaría la frase mencionada anteriormente, pues trataría de dar algo que no tiene: influencia, información persuasiva y dirección.
La capacidad de influir en otros ha sido llamada a través de los años carisma. Es un don, algo especial cine hace que la persona (el líder) brille entre las personas. La información persuasiva tiene que. ver con la capacidad para formar un discurso coherente, que pueda ser transmitido a otros y que, además, sea persuasivo. La dirección tiene que ver con un rumbo claro, tanto para el líder como para los seguidores.
¿Qué hace que los seguidores permitan ser influenciados, reciban y digieran la información persuasiva y toleren ser dirigidos? Hay muchas razones; sin embargo la más importante es aquella por la cual el seguidor accede a dejarse guiar porque supone que aquel que lo guiará lo ama o, cuando menos, que lo aprecia. Por tanto, el líder (que transmite, un mensaje creíble de que ama a su gente) y la gente (que recibe y cree ese mensaje) forman el binomio de amor líder-seguidor necesario para que se dé la influencia. ¿Cómo hace el líder para sentir amor por su gente? Bowly (1972), como ya se mencionó, comenta que hay tina serie de ciclos breves que ayudan al niño a conocer el amor. El primero es haber sido amado por alguien; de esa forma el infante conoce el amor; pues ha recibido manifestaciones de él (caricias, arrumacos, miradas, entre otras tantas cosas). Una vez que lo conoce, le da dirección, primero hacia sí mismo (y luego hacia otros), esto es, aprende a amarse, a dirigir hacia sí mismo eso que alguien ha dirigido hacia él (y luego lo vierte en otros). De este modo, resuelve el ciclo de la autodirección del amor y puede iniciar el tercer ciclo, a saber, dirigirlo hacia otros. Es decir, resuelve naturalmente la obviedad de que sólo se puede dar lo que se tiene. En resumen, amo porque tengo amor para dar, porque lo conozco, y lo he dirigido hacia mí; además, puedo dirigirlo hacia otros porque sé qué es y lo poseo. Doy algo que tengo.

Los amo porque me amo, porque sé 1o que es amar; y espero que ustedes comprendan esto y se sientan amados y me permitan que los influya y dirija.

Por supuesto que un ser humano que no haya tenido la experiencia de vivir las etapas descritas por Bowly puede utilizar diferentes modelos (personas, no necesariamente los padres) para aprender a amar. Sin embargo, requerirá confianza para acercarse a esos modelos y atrevimiento para vivir la experiencia de ser querido y apreciado por alguien más.
Así, vemos que todo lo que un líder ha internalizado (tomado), todo lo que un líder sabe que tiene (conciencia de lo que ha tomado) y todo lo que un líder confía en poder hacer (autoeficacia) es, simple y sencillamente, aquello que puede ofrecer. Todo lo que ha enfrentado y resuelto, más sus pendientes por resolver, formarán el caudal de recursos con que contará y las carencias que tendrá que superar. En este sentido, "Tannenbaum y Schmidt (en Hersey, Blanchard y Johnson, 1999, quienes citan el célebre artículo How to Choose a Lendership Pattern, de la Harvard Business Review) clasifican la forma de actuar de un líder en una situación específica en siete tipos, los cuales van desde el liderazgo autoritario al liderazgo democrático. Señalan que el estilo de liderazgo que se adopte dependerá de la situación específica resultante de la interacción entre el líder, el seguidor y de las circunstancias en que ambos se encuentren. En otras palabras, la situación específica, así como las características en que se hallan los seguidores, determinarán el tipo de liderazgo que se asuma. Por lo cual, dicen ellos, la situación determina el estilo del liderazgo.
Siguiendo las ideas del párrafo anterior, se puede decir que las conductas adquiridas y aprendidas por un líder pueden llegar a ser importantes y hasta determinantes para enfrentar una situación determinada, y que de ellas dependerá su eficacia.
En conclusión, habrá comportamientos adquiridos que serán útiles en ciertas situaciones pero inútiles en otras. Lo más que puede hacer el líder es tratar de desarrollar diferente,,; talentos o competencias sin dejar de reconocer que jamás podrá tenerlas todas, sino que sólo poseerá una parte y precisamente para esa parte será competente. Es sabio por parte de un líder saber cuáles son sus competencias y aceptar para qué situaciones carece de habilidades. También es sabio para un líder no tratar de enfrentar por sí solo dichas situaciones. En todo caso, lo que le conviene es buscar colaboradores que tengan las habilidades que la situación demanda.

Rasgos diferenciadores

Hay ciertos rasgos que diferencian a los líderes de quienes no lo son. Estos rasgos también están presentes en personas que poseen, en potencia, la capacidad para ser líderes. Por otra parte, quienes no son líderes suelen tener otros rasgos, aunque también pueden compartir algunas características propias del líder, pero éstas pueden encontrase en estado latente o estar muy poco desarrolladas.
Hay veces en las que, por alguna razón, a un líder potencial se le presenta la oportunidad de ejercer Un liderazgo. Ante eso, los rasgos diferenciadores latentes saltan a la luz y son ejercidos.
Pero también puede ocurrir que nunca se presentan esas oportunidades, por lo que el líder potencial podría llegar a la vejez sin haber ejercido sus cualidades.
¿Por qué se presentan o no esas oportunidades para que los lideres potenciales afloren?
Digamos que cada sociedad tiene sus fórmulas para detectar a su gente talentosa y hacer que ella sea su representante; otras, en cambio, bloquean a su gente y hacen que sujetos pusilánimes y sumisos, que no tienen criterio propio, sean sus representantes.
Cuando se pregunta a un joven, a través de de un ejercicio de redes semánticas,
[1] los conceptos que asocia a servidor público, generalmente lo que le viene a la mente son conceptos como enriquecimiento, prepotencia, poder e influencia. Entonces un joven que busca espacios y asocia dichos conceptos, ¿qué esta buscando realmente?
j
Dignificar el servicio público supone, para los representantes políticos, predicar con el ejemplo. Esa dignificación propicia no solo que los jóvenes comiencen a plantearse diferentes expectativas acerca de la función del líder político, sino también que utilicen conceptos diferentes para hablar de eso: apoyo social, honestidad, entre otros.
Otro rasgo diferenciador es el de la incompetencia. Puede ocurrir que haya personas que a pesar de no tener el potencial necesario para dirigir, pretendan hacerlo. En esos casos, uno necesita ser muy cuidadoso para decirle con sinceridad al aspirante cuáles son sus verdaderas potencialidades.
Para evaluar las reales capacidades para el liderazgo se pueden usar algunos perfiles diseñados para eso. Por ejemplo, Shelly, et al. (1991, citados en Robbins y DeCenzo, 1996) sobre los rasgos que diferencian a los líderes de los no líderes, señalan los siguientes rasgos distintivos de los primeros:

Impulso: muestran altos niveles de esfuerzo
Deseos de dirigir: quieren influir a otros
Honestidad e integridadl: construyen relaciones de confianza debido a que ellos mismos son confiables y siempre dicen la verdad acerca de lo que sienten y piensan
Autoconfianza: confían en sí mismos
Inteligencia: acopian, sintetizan e interpretan mucha información
Conocimiento: conocen su negocio

La consolidación de esos rasgos por parte de un líder le ayudará a ser más eficaz. Sin embargo, la consolidación debe ser profunda y veraz, ya que no basta con aprender a mostrar esos rasgos, sino que es preciso vivirlos, es decir, se requiere que haya una transformación.
Tampoco puede decirse que transformarse sea suficiente. Se requiere, tambien, que el líder aprenda a ejercer el mando. As{i, con estas características adicionales, llegar{a a la eficacia de la tarea (aspecto que ana1izaremos más adelante).

Disposición a la evaluación interior

Un líder debe se¡ capaz, de autoevaluarse. Por eso, requiere estar constantemente valorando su talento, sus fortalezas y debilidades para, así, actuar de la forma debida en cada situación También requiere evaluar su Capacidad de dirección mediante el discurso que maneja, o mediante el ejemplo.
El líder debe tener la capacidad de autoaprendizaje, la cual se obtiene escuchando, analizando y, en su caso, aceptando retroalimentación, o bien evaluando el quehacer de otras personas. En el primer caso, el aprendizaje le sirve para evaluarse a sí mismo por medio de lo que los demás ven en él; ctz el segundo, le sirve para evaluar lo que él mismo es capaz de hacer por otros.
No obstante, cuando el líder se convierte en imagen y máscara se cierra al aprendizaje. No quiere retroalimentación sobre su gestión ni le interesa el desarrollo de los seguidores. En este caso, lo único que le importa es su imagen, quedar bien, parecer bueno, maquillar sus defectos y sobrevivir. Además, su situación empeora cuando se rodea de personas acomodaticias y pusilánimes que sólo saben adular. En tal caso, la retroalimentación que obtiene es estéril e inútil.
El líder que pretenda ser eficaz con las metas (no eficaz con la imagen), que quiera ser (no parecer), deberá rodearse de gente que le brinde buena retroalimentación. Claro esta que las críticas harán que tenga momentos de reflexión, de vergüenza, de tristeza, de malestar por los errores cometidos, pero tales criticas le ayudarán a no caer en los mismos errores.
La evaluación de la gestión en función de la situación es un punto clave para el liderazgo, pues determina tanto las cualidades que se requieren para solucionar un reto o un problema como la honestidad para enfrentar dicho reto o, en su caso, delegarlo. Hersey, Blanchard y Johnson (1999) analizan la importancia que tiene la situación en la torna de decisiones. Además, explican cómo cada situación, al ser diferente, exige un estilo de liderazgo distinto. Jauli y Reig (2000) se refieren a la teoría situacional, en la cual se hace alusión a la concepción del mundo de algunos pueblos ancestrales. Según éstos, en el orbe coexistían varios seres que se encargaban de generar estabilidad (o equilibrio): el mago, el héroe y el dragón. Para los habitantes de aquellos pueblos este último ser representa el anticambio, pues está cristalizado (petrificado) y quiere que las cosas se perpetúen, ha obtenido su posición y su mando por la imagen que proyecta y no quiere desprenderse de éstos (ahora a los viejos dragones se les denomina dinosaurios); en cambio el mago es aquel que tiene la tecnología pata cambiar pero no el valor para hacerlo, es el asesor, el intelectual que está detrás de quien toma las decisiones, es el consejero, el mentor de éste; por último, el héroe, quien finalmente mata al dragón, es la persona que inicia las crisis, es la persona que genera una inestabilidad necesaria para que surja lo nuevo. Recapitulemos brevemente lo dicho: 1) el mago es quien tiene el talento para, de alguna manera, dirigir y producir cierta estabilidad; 2) el héroe es quien mata al dragón, es quien enfrenta lo anquilosado que pretende perpetuarse; y 3) el dragón representa a quienes no desean el cambio. Para cada situación se requieren talentos diferentes y, por tanto, diferentes clases de líderes. En otras palabras, cuando la situación es obsoleta y se necesita un cambio, el matadragones o héroe es fundamental; para cuando lo que se necesita es estabilidad el mago es la persona adecuada, y cuando se requiere que se petrifiquen temporalmente las cosas, que se detengan, el tiempo es de los dragones. De acuerdo con 1a situación que se pretenda enfrentar, cada figura resulta importante. Los problemas ocurren cuando se requiere estabilidad y viene un héroe a cambiar las cosas que no necesitan ser cambiadas, o cuando se requiere un héroe y aparecen en fila varios dragones que quieren continuidad.
Por lo anterior, parece que hay una pregunta que se debe formular cuando se pretende enfrentar tina situación: ¿Ante qué tipo de situación estamos? Luego de contestarla habría que plantearse otra: ¿soy yo la persona que debe estar ahí dado mi talento y mis características? Para contestar tal interrogante se requiere mucha madurez.
La evaluación correcta de la situación para la toma de decisiones, así como la propensión a la acción pero, sobre todo, la contención de la misma, son aspectos muy importantes que el líder debe valorar para saber cuándo actuar y cuándo no hacerlo, cuándo debe intervenir y cuándo debe hacerlo otro. Muchas veces esto depende de cada líder.
Cuando la situación es propicia para que el líder actúe pero éste no lo hace, tanto el líder como sus seguidores pierden una oportunidad de desarrollo. Al contrario, cuando la situación no es favorable pero el líder decide intervenir en ella, entonces podría generar sufrimiento y presión, pues a pesar de sus esfuerzos las cosas podrían no salirle bien. Lo sensato para él es decir sí ante una situación propicia y decir no cuando la situación así lo demande.
Por otra parte, el líder debe saber cuándo él es llamado para actuar y cuándo el requerido es otro. Si el llamado es para él y lo rechaza, privará nuevamente a sus seguidores de los beneficios que podrían haber obtenido de haber tomado la oportunidad. Cuando la situación no lo llama a él pero el líder pretende meterse a la fuerza en tal situación, provocará, por un lado, que el líder idóneo para ella no se manifieste, es decir, estará ocupando Un lugar que no 1e pertenece y, por el otro, causará una gran tensión entre el líder desplazado y él.
Por otra parte, cuando la situación le diga: "Tú no, debe ser otro”, y el líder acate esa negativa, las cosas fluirán mucho mejor. A menos que el otro tampoco sea la persona adecuada, entonces ambas personas podrían pensar: ninguno de los dos somos adecuados, pero de que sea él a que sea yo, pues yo. Pues no, si no es él ni yo, entonces es otro, y si está comprometido con el desarrollo de la organización o nación, o con el desarrollo de sus seguidores, su deber es propiciar que se reanude la búsqueda hasta que surja el líder idóneo para la situación. En este caso, la elección del sucesor, por sus cualidades y no por su simpatía o sus pretensiones, acallará los ánimos que pretenden que se elija a alguien por afecto y no por convicción.
En síntesis, a veces una situación dice: “Eres tú, es ahora y es con lo que tienes". En otras ocasiones dice: "Es otro, es después y es con deterntinadas cualidades". Buscar a la persona idónea, permitir el relevo y encontrar satisfacción en lo hecho sin esperar reconocimiento, requiere mucha madurez y eso, a la postre, producirá desarrollo, espacio para la eficacia, tiempo propicio para el bienestar y aprendizaje colectivo.

Características ínapropiadas
Queda claro, entonces, que cada situación requiere un estilo particular de Iiderazgo..Ahora bien, independientemente de las ideas situacionales ya presentadas, hay introyecciones que son éticamente inapropiadas o inadecuadas para lograr el éxito buscado. En otras palabras, ciertos fracasos son más atribuibles al comportamiento que a la situación.
McCall y Lombardo (en Hersey et al.,1999) han descrito esos comportarnientos y los han denominado defectos fatales de los líderes. Dichos comportamientos son los siguientes: actuar con rapidez y en forma intirnidatoria, con un estilo tiranizador y de manera insensible, fría, distante y arrogante; además, tales comportamientos generan poca confianza, amén de que hacen que el líder se muestre proclive a la ambición. Los líderes que poseen estos defectos tienen claros problemas de desempeño, son incapaces de trabajar en equipo y delegar responsabilidades, también son incapaces de formar personal eficaz; no piensan estratégicamente; son poco adaptables y demasiado dependientes.
No resulta difícil encontrar situaciones en las que los coulportamientos anteriores puedan aplicarse. Por eso, no me detendré en ejemplificarlas. Sin embargo, tengo que mencionar que los líderes que han introyectado (tomado del exterior y hecho suyos) esos comportamientos están destinados a cometer errores y a producir malos resultados. Obviamente, esos comportamientos se aprendieron en el seno familiar, en la escuela o en el trabajo, y como se aprendieron en tales contextos pueden modelarse y enseñarse a otros; en otras palabras, los líderes que exhiben esos comportamientos están dando cátedra a sus seguidores para que se conviertan como ellos.
¿Por qué algunos líderes como éstos habrían de modelar a sus seguidores? Primero porque no saben que son malos líderes, su gestión obedece a un modelo que funciona. ¿Cómo es posible que funcione, un modelo así si, supuestamente, esos factores contradicen al liderazgo? En los gobiernos no democráticos o con democracias disfrazadas, en las empresas familiares, o en aquellas donde está permitido operar con pérdidas (corno las empresas estatales sin contraloría y control) se "producen" líderes, presidentes, gobernadores, jefes y directores que, a pesar de tener tales comportamientos, sobreviven; además, muchas veces pueden ser premiados económicamente y hasta reconocidos como empleados ideales. Se puede decir que la situación impone a una persona que haga o lleve a cabo lo que la situación misma requiere: ejercer control, disfrazar las pérdidas generar utilidades ilícitas, generar camarillas de poder, negociar con influencias, etcétera. En estos casos, lo que se debe cambiar es la situación para que ésta demande un líder sin dichos defecto,, de gestión.
¿Cuáles pueden ser las bases para desarrollar ese tipo de comportamientos inapropiados? Veamos con cuidado sólo algunas de las características poco deseables.
"Actuar con rapidez y en forma intimidatoria, con un estilo tiranizador y de manera insensible, fría, distante y arrogante”.° La rapidez excesiva es un
reflejo de quitarse responsabilidades, de exhibirse poco y, por tanto, de ser menos propenso a ser juzgado. Se dice que esta conducta tiene su origen en haber sido educados por padres críticos, fríos y en extremo exigentes. Para escapar a ellos, los hijos tratan de hacer las cosas de la manera más rápida posible, y ello para que sus padres no los puedan intimidarr con agresiones, es decir, es un medio al que recurren los niños para no ser agredidos. La gran introyección es la falta de capacidad de compartir con otros el mando; por eso se convierten en tiranos; su mal introyectado sería éste: sé lo que es decidir sin incluirme; eso he hecho conmigo mismo al hacer a un lado mis deseos y necesidades cuando tomo decisiones que me afectan; por eso, soy demasiado exigente con mi persona; lo cual, claro esta, me lastima; además, como también exijo mucho de los otros, los lastimo.
Otras características inapropiadas que no me detendré en explicar son las siguientes:

Fríos, distantes Y arrogantes
Demasiado ambicioso
Incapaces de formar equipo y delegar responsabilidades
Incapaces de formar personal eficaz
No piensan estratégicamente
Demasiado dependientes

¿En qué medida usted como lider tiene estos defectos?

Actividades
En una escala del 0 al 10 haga una evaluación propia. Esto le permitirá saber en que medida y proporción esos rasgos indeseables viven en usted y se manifiestan a través de su liderazgo.




1. ¿En que medida soy?
Frío, distante y arrogante
Demasiado ambicioso
Incapaz de formar equipo y delegar -------------------------------------
Responsabilidad

Incapaz de formar personal eficaz
No pienso estratégicamente
Demasiado dependiente
2. ¿Qué rasgo de los anteriores está mas marcado en mí?
___________________________________________________________________

3. ¿Cómo puedo evitarlo ?
__________________________________________________________________________________________
4. Qué proporción de tales comportamientos quiero tener en los próximos cinco años? (Obviamente un porcentaje menor al que pudiera tener en el momento actual.)


ahora después
Frío, distante y arrogante _______ _______
Demasiado ambicioso _______ _______
Incapaz de formar equipo y delegar
Responsabilidades _______ _______
Incapaz de formar personal eficaz _______ _______
No pienso estratégicamente _______ _______
Demasiado dependiente ________ ________


5. ¿Qué cosas debo hacer para que esto ocurra?.

a. .__________________________________________________________________
b. .__________________________________________________________________
c. .__________________________________________________________________
d. .__________________________________________________________________
e:____________________________________________________________________


Una restricción para funcionar correctamente consiste en tener algunos de esos rasgos, sobre todo en exceso. Por eso, reducirlos o eliminarlos se convierte en una tarea urgente. El verdadero líder sabrá mejorar y dirigirá de manera eficaz a su gente.



Resumen

En este capítulo se hace una presentación de los recursos con los que todo líder debe contar para inspirar a otros hacia la acción.

Se presenta el modelo de Bowly, mediante el cual Bowly sostiene que para poder ofrecer algo se debe haber adquirido ese algo (el caso que propone es el del amor).
Se aclara que existen otros modelos a través de los cuales el líder puede aprender emociones básicas, como el amor.
Se presentan algunos rasgos diferenciales de liderazgo. Se alude a Shelly, et al (1991, en Robbins y DeCenzo, 1996). En particular se tornan de ellos los rasgos que diferencian a los líderes de los no líderes y señalan los siguientes rasgos distintivos de los primeros:

Impulso: muestran altos niveles de esfuerzo
Deseo de dirigirr: quieren influir a otros
Honestidad e íntegridrad: construyen relaciones de confianza debido a que ellos mismos son confiables y siempre dicen la verdad acerca de lo que sienten y piensan
Autoconfianza: confían en sí mismos
Inteligenicia: acopian, sintetizan e interpretan mucha información
Conocimiento: conocen su negocio
Se menciona la relevancia de la apertura para observar y aceptar las cosas que se hacen mal, esto en liderazgo es fundamental para ayudar al líder a mejorar.
Se presentan los defectos que afectarán negativamente la gestión de un líder. Para ello se recurre a McCall y Lombardo (en Hersey et al., 1999). Estos autores hablan de esos comportamientos como defectos fatales (de los líderes). Dichos comportamientos son los siguientes: actuar con rapidez y en forma intimidatoria, con un estilo tiranizador y de manera insensible, fría, distante y arrogante; además tales comportamientos generan poca confianza, amén de que hacen que el líder se muestre proclive a la ambición.

[1] La red semantica es un metodo a tráves del cual se le presenta a una serie d sujetos un concepto y se pide que enuncien las primeras ideas que les vengan a la cabeza para saber lo queestan asociando