
Lo que nos inspira y anima.
Carisma y Espiritualidad de los Sagrados Corazones.
v Carisma fundacional de los SS.CC.
v Carisma de los SS.CC. hoy en la Rama Secular.
Carisma es:
v Un don del Espíritu Santo a una persona o a un grupo de personas (una comunidad). Un don concreto para "la edificación del cuerpo de Cristo", como dice San Pablo (Ef 4, 12) o sea no para la persona o el grupo mismo sino para la comunidad o para la iglesia.
v Un don que una persona o un grupo de personas recibe en un momento histórico concreto. Por lo tanto, este mismo don en otro momento y en otro lugar puede y debe tomar formas diferentes.
“La fidelidad al pasado no se conserva en su pura repetición, sino en su anuncio siempre nuevo de palabra y de obra. Para seguir significando lo mismo, lo recibido del pasado ha de ir tomando continuamente formas de expresión propias del tiempo, acomodadas a él y a la vez contradictorias. La fidelidad que no toma en cuenta la incesante transformación del mundo no es fidelidad.” (Martin Horkheimer)
Para poder ser fiel al "Carisma Fundacional" de la familia religiosa de los SS.CC. hay que estar atento en dos sentidos:
v Conocer bien la comunidad de la primera generación, conocer las personas y los escritos del fundador, de la fundadora y la práxis de la primera comunidad. Hay que volver a las fuentes.
v Hay que ser capaz de ver e interpretar los "Signos de los tiempos“ (Lc 12, 54 – 56), o sea la realidad actual en su dimensión social, cultural, política, religiosa, etc.
A.- Acogida del Carisma en el tiempo de la Fundación (1793 – 1802)
Las circunstancias:
El comienzo de la primera comunidad en torno a la Buena Madre y el Buen Padre fue en 1793, año en que la revolución francesa ejecutó al rey Louis XVI. Coincide por lo tanto con los tiempos de la revolución.
Los cambios y transformaciones fueron tan complejos y dolorosos que la iglesia fue incapaz (y con ella nuestros fundadores) de reconocer el aporte que con toda la ambigüedad, todos los errores y desvíos, significó la revolución. Para la iglesia recién el papa Pablo VI reconoce las raíces evangélicas y cristianas de los enunciados de la revolución: Libertad, igualdad y fraternidad.
A fines del siglo 18 y comienzos del siglo 19 Pierre Coudrin y Henriette Aimer de la Chevallerie tienen una visión en tiempos en que en la iglesia las visiones no eran frecuentes.
La Visión y la Misión:
"Un día, trepando ya en mi granero, después de haber dicho la Misa, me arrodillé junto al corporal en que creía conservar la presencia del Santísimo Sacramento. Ví entonces lo que somos ahora. Me pareció que éramos varios los que estábamos reunidos en común; que formábamos un grupo de misioneros que debía esparcir el Evangelio por todas partes. Pensando en esta sociedad de misioneros, me vino también la idea de una sociedad de mujeres (...). Yo me decía: no tendremos ni dinero ni rentas: nos devorarán los piojos (...). ... este deseo de formar una sociedad que llevara la fe a todas partes, no me ha dejado nunca“. Buen Padre
1.- El amor de Cristo urge a Pierre Coudrin y a Henriette Aimer de la Chevallerie a ponerse al servicio de personas concretas en circunstancias precarias y hasta peligrosas, son tiempos de clandestinidad, de ilegalidad y de riesgo para la iglesia y sus ministros/as. Son tiempos de lucha.
No era posible pensar en grandes "obras" ni planes pastorales. Lo que marcaba la vida de la comunidad era:
v La urgencia sentida de anunciar el Evangelio
v El contacto directo en la pastoral
v El cuidado y la atención de personas
v La espontaneidad
v La flexibilidad
v La capacidad de discernir los espíritus
2.- El amor de Cristo los urge a permanecer cada día horas ante el sagrario escondido en adoración y contemplación.
v Ni en el servicio pastoral ni en la adoración podían recurrir a formas y caminos hechos y conocidos.
v El camino de la fidelidad al Señor y su Evangelio en tiempos difíciles se interioriza. No valían ni eran posibles las formas exteriores, con frecuencia gastadas y obsoletas.
v Nuestros fundadores no trataron de "salvar su pellejo", no hicieron de la sobrevivencia el centro de su atención y de su vida. Más bien se mantuvieron abiertos/as y atentos/as a la inspiración de Dios que les hablaba desde las necesidades de las personas, del pueblo de Dios, y desde los acontecimientos a su alrededor.
Rasgos espirituales en la comunidad primitiva:
v Lucha y Contemplación
La adoración mantenía viva la llama del “celo apostólico” y la experiencia pastoral marcaba la adoración y le daba realismo
v Gran confianza en la providencia divina.
v La centralidad de la persona de Jesús. "En Jesús encontramos todo; su nacimiento, su vida y su muerte: he ahí nuestra Regla", decía el Buen Padre.
v La devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
v La comunidad era como una familia (espíritu de familia).
v Los miembros de la comunidad debían ser fácilmente accesible para todo el mundo.
B.- Fidelidad al Carisma de los Fundadores en 2008
Hoy día podríamos decir:
“La raíz básica de nuestra crisis cultural reside en la aterradora falta de ternura y de cuidado de los unos para con los otros, y de todos con la naturaleza y con nuestro propio futuro”.
Pero también podemos afirmar que se va asomando lo nuevo, lo que está por venir ...
Miren, voy a hacer algo nuevo, ya está brotando. ¿No lo notan? (Is 43, 19)
Sobre este telón de fondo el 37º Capítulo General de los hermanos de los SS.CC. (septiembre 2006) ofrece pistas para encontrar respuestas a los desafíos de nuestro tiempo desde nuestra vida y el carisma heredado de nuestros/as hermanos/as mayores.
Nos propone ser:
Contemplativos/as
Compañeros/as
Compasivos/as
Desde una espiritualidad del Corazón de Jesús podemos pensar en contribuir a la formulación y puesta en práctica de una ética de:
v cuidado mutuo
v respeto y reverencia
v confianza
v responsabilidad
v cooperación y solidaridad
No hay comentarios:
Publicar un comentario